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Columna
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Luz de gas

Juan Cruz

El PP pasó de hacerle luz de gas al Gobierno y ahora quiere hacerle luz de gas a España.

Siempre he visto con fascinación y extrañeza esa película truculenta, Luz de gas, en la que un tipo trata de confundir a su esposa haciéndole creer que ve visiones.

Con el debido respeto al PP (y a la película), esta maniobra en la que andan orquestando una realidad distinta de la que es, para que la gente escuche sonidos que no hay, tiene toda la cara de Charles Boyer, el protagonista de esta película metáfora del trampantojo.

Es imposible saber, pues él de suyo es enigmático, cómo va a conducir este cambio de piel Mariano Rajoy, pues él quiere un partido centrado hasta que él mismo lo descentra, o se lo descentran. Para centrarlo, él habla de economía, pero por debajo de su barba aparece una boca hablando de terrorismo, y la confusión se ha hecho tremenda. Él dice que lo que le importa a los españoles es aquello y no esto, y entonces la gente se queda con esa copla. Pero luego vienen los florianos con la cornucopia del Faisán y con la chapela de Troitiño y convierten el discurso de Rajoy en una broma centrista.

DON DE GENTES

¿Qué se esconde en el desván de Charles Boyer? Lo que se sabe es que la población puede hallarse en tal estado de desconcierto de aquí a las elecciones que no sabrá a qué partido de los que preside Rajoy (el suyo, el de Cospedal, el de Aznar o el de los florianos) es el que aparece en las papeletas de las elecciones. Parece, y no solo lo parece, que se han pasado tanto en la luz de gas que quieren hacerle a España que incluso le hacen luz de gas a Mariano Rajoy.

Lo del terrorismo ha sido lo peor que han inventado para enloquecer al Gobierno. Es evidente que el Ejecutivo no negocia con ETA, eso lo sabe hasta Federico Trillo, que tiene información de primera mano, pero en la baja frecuencia lo dicen a ver si cuela. Como la gente no sabe lo que sabe Trillo, ni lo que sabe Floriano, que debe saber lo mismo que Trillo aunque lo disimule, termina creyendo lo que se dice más alto. Luego pone la TDT, a la extrema derecha del dial exactamente, y sigue tomando su ración de luz de gas, que es como una cicuta social que se administra con las cucharadas que ya usó en su día el histórico Gil Robles (para más datos, El holocausto español, de Paul Preston, Debate).

Charles Boyer tiene en esta película muchas caras. Una de ellas la pone María Dolores de Cospedal. El otro día le dijo a Ana Pastor, en los desayunos que ésta modera en La Uno, que Televisión Española manipula; lo llevan diciendo desde el PP desde que amaneció esta Campaña Luz de Gas que dominan con tanto esmero. Allí delante había periodistas del más variado pedigrí, y María Dolores de Cospedal no se cortó ni un centímetro (o dos centímetros, dicho sea en homenaje a Pep Guardiola, al que Mourinho también quiso hacer luz de gas) para repetir lo que llevan diciendo en comunicados que nadie entiende. Y nadie los entiende porque es imposible ver en la tele de hoy (en la tele estatal de hoy) ningún atisbo de manipulación por parte del Gobierno. Da igual. Al personaje que encarnaba Charles Boyer no le daba ningún reparo mentir. Quería enloquecer al adversario, y en esto anda el PP, con perdón del PP (y de la película). -

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