Por qué nos fascinan las estrellas infantiles
16 de febrero de 2011. Maria Aragon, una niña de 10 años de Manitoba (Canadá), aparece en YouTube interpretando con voz y piano Born this way, single de Lady Gaga lanzado cinco días antes. Durante su primera semana en la Red, el vídeo alcanza los 28 millones de visionados. La actriz y presentadora estadounidense Ellen DeGeneres la invita a su programa.
"A todo el mundo le hace gracia ver a un niño cantando o actuando, aunque sea mal. Pero si encima lo hace bien, es irresistible. La ternura es poderosa", apunta Silvana Catazine, directora de la revista infantil Naf, un producto moderno que visualiza la contemporánea relación entre padres e hijos.
Lo cierto es que, por alguna extraña razón, a los adultos siempre les ha gustado ver a los niños, a poder ser los suyos, cantando o haciendo cualquier otro tipo de gansada en público. Hace años, las opciones para la exhibición de los múltiples talentos de los chavales quedaban reducidas al show de Bertín Osborne y los niños cantores de coplas, o a Juego de niños, el programa de los gallifantes, celebrado por muchos por la gran lucidez de la muchachada en su análisis de la realidad.
"Ha perdido espontaneidad. Los graban los padres, deseosos de entrar en el negocio"
Solo niños y borrachos dicen la verdad, pero, salvo memorables apariciones de Fernando Arrabal, la televisión aún nos debe un programa de análisis beodo de la actualidad.
Hoy, en cambio, las posibilidades que otorga la Red son infinitas. MTV incluso promueve estos días la primera entrega de los premios O, dedicados a los fenómenos en Internet, y entre cuyas categorías se incluye la de mejor versión de fan (la favorita es Aragon con su Born this way) y mejor interpretación animal (aquí los gatos lo petan). "Al contrario de lo que pueda creerse, el público de estos críos no se compone solo de chavales de edad similar. Todo el mundo, de un modo u otro, vive hoy fascinado por las estrellas infantiles. Eso se debe a que ya nadie se hace mayor. Crecer está tan pasado de moda como la inteligencia. Hoy, más que nunca, la estupidez es la sustancia más popular en el universo", recuerda Mathieu Deflem, doctor en sociología por la Universidad de Carolina del Norte y docente del primer curso sobre el fenómeno Lady Gaga.
18 de febrero de 2011. Durante una entrevista con una radio canadiense, Lady Gaga afirma estar emocionada con la interpretación de Aragon. Llama a la niña en directo y la invita a su concierto en Toronto. Dos semanas después, Maria sube al escenario del Air Canada Centre y, sentada en la falda de la monstrua, interpreta junto a ella una versión de Born this way inspirada en la de la niña, que aún no había nacido cuando Madonna lanzó Express yourself.
"La imitación es la base del aprendizaje de los niños, y por eso el hecho de que un niño trate de parecerse a los adultos no es nada nuevo. El problema surge cuando son los adultos los que fuerzan esa situación. En ese momento se pierde toda la naturalidad y espontaneidad intrínsecas a los niños", recuerda Catazine.
Cuentan que cuando la madre de Justin Bieber descubrió que el hombre (Scooter Braun) que se llevaba a su niño para triunfar era judío, tuvo un momento de duda: "Dios, te di a mi hijo... Podías haberme mandado un hombre cristiano, un sello cristiano". En vez de eso, el Relojero del Universo le mandó un judío y un sello de hip-hop. Pero la madre transigió. Hoy admite que debe hacer horas extra de rezo para que a su niño no se le suba la fama al flequillo, e incluso desestimó una oferta de Playboy de 50.000 dólares para posar desnuda. Dios estará en los detalles, pero no en los pezones.
"Todos estos fenómenos de Internet han perdido la espontaneidad. Son niños grabados por padres o hermanos mayores que lo que más desean es entrar en la rueda del negocio. Aunque parezca que la fragmentación afecta a las grandes multinacionales, la realidad es distinta. Lo tienen todo controlado, y aunque parezcan desprestigiadas, siguen siendo la primera opción para alcanzar el éxito", recuerda Joshua Gamson, sociólogo de la Universidad de San Francisco y especialista en medios y celebridades.
El riesgo de contratar a uno de estos niños es mínimo. Juegan con ventaja. Es el caso del niño tejano Greyson Chance. En dos semanas, su versión de Paparazzi, también de Lady Gaga, ya venía avalada por 28 millones de visitas en YouTube. Además, solo alguien verdaderamente ruin criticaría el arte de un chaval de poco más de 12 años. "Vivimos una época en la que la fascinación que siempre hemos sentido por los ídolos caídos se ha acrecentado. Queremos que nuestras estrellas se desintegren en público. Los niños cantantes podrían ser la solución de la industria ante esa voracidad cruel del público", insiste Gamson.
29 de marzo de 2011. Maria Aragon recibe en su casa la visita de Stephen Harper, primer ministro canadiense. La niña interpreta ante el político su famosa versión de Lady Gaga. Más tarde, ambos unen sus voces para una memorable rendición de Imagine, de John Lennon.
Fue en un programa de Cadena Cien en el que un puñado de niños entrevistaban a políticos cuando, por primera vez, Mariano Rajoy dijo algo positivo de Zapatero ("es educado"). También en ese programa, José Bono descartó, por fin, que fuera a posicionarse para suceder al actual presidente del Gobierno. Si en vez de mandar a Ana Pastor a hablar con Ahmadineyad envían a estos niños -sin velo ni nada, a pelo-, seguro que descubrimos de una vez los planes nucleares del Gobierno iraní. Y es que no solo es que los niños no mientan, es que queda muy mal mentirle a un niño, sobre todo con lo monos que están cuando hacen de mayores. Deflem lo resume así: "Lo mono es lo que se lleva. Es seguro y reconfortante. La opción preferida entre esa cada vez mayor cantidad de gente que ha decidido dejar de pensar".
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