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Reportaje:

Una empresa llamada Galicia

Los ciudadanos parecen confiar más en la suerte que en sus propios méritos

María Fernández

Dice el gurú Tom Peters que buscar en el desorden solo produce asombrosos descubrimientos. Quizá sea eso lo que pensaron un puñado de profesores de universidad y empresarios que hace unas semanas se sentaron a diseccionar la realidad de la economía gallega. De aquello, bautizado como Foro Chaves, salieron varios documentos con conclusiones sorprendentes. Ejercicios teóricos con imaginación, como el informe que elaboraron Xosé H. Vázquez y Albino Prada, ambos profesores de la Universidade de Vigo, que devuelven una imagen de Galicia peculiar. "Optamos por aplicar una metáfora al análisis de la competitividad", dicen los autores.

La metáfora se basó en proyectar la comunidad autónoma como una gran empresa industrial y, sin ánimo exhaustivo, hallaron que, si se pudiese medir la eficiencia y calidad de la Administración autonómica por la opinión que tienen de ella sus "clientes", el porcentaje de gallegos que cree que la Administración del estado funciona mejor que la Xunta es aquí más elevada que en el resto de España.

Del denominado Foro Chaves han salido conclusiones sorprendentes

Los economistas también analizaron la corrupción con los barómetros que periódicamente publica el CIS. Aquí las diferencias con el resto del país no son significativas: el 54% de los consultados cree que está bastante o muy extendida. Al acercarse a lo que los empleados de esa empresa que es Galicia piensan de sí mismos, las conclusiones son bastante optimistas. Para empezar, porque se preocupan por el trabajo. Además de dedicarle más horas que la media, lo aprecian como un eje fundamental de sus vidas. Un buen punto de partida que se chafa cuando los investigadores descubren que los ciudadanos parecen confiar más en la suerte y en los contactos personales que en sus propios méritos y capacidades para explicar el éxito en estos lares.

Lo que no es tan positivo es el carácter emprendedor. "El nivel es insuficiente cuando lo comparamos con la media europea", asegura Vázquez. Y la poca iniciativa que hay se basa en la creación de empresas de servicios o en el sector extractivo. "En el sistema tecnológico actual, las tasas de crecimiento más elevadas descansan en actividades asociadas a la microelectrónica, nuevos materiales, software y biotecnología", algo que en Galicia escasea. La formación tampoco es un punto fuerte. Hay menos personas con estudios medios o universitarios que en el resto de España y la especialización de los que los tienen no parece la más adecuada. Si lo unimos a que la inversión en I+D+i es de "baja intensidad", el resultado termina notándose en la petición de patentes: 179 en 2009, un nivel modesto que, pese a todo, hace una década hubiera sido impensable.

"Galicia tiene una economía escasamente internacionalizada", reza el informe. Otro tópico desmontado, porque la mayor parte de las exportaciones se realizan a la UE dejando fuera los mercados emergentes. Quizá por eso tampoco es una zona que atraiga especialmente a los inversores extranjeros. "Eso refleja nuestra incapacidad para poner en valor la posición atlántica y marítima", aunque existe una visión compartida sobre cuál debe ser la dirección del cambio: derribar infraestructuras redundantes, reducir costes burocráticos, reforzar códigos de conducta con políticas públicas transparentes y control de resultados, premiar el mérito, invertir en I+D... en resumen, combinar de manera inteligente lo que tenemos desde la modestia.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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