Bonet Correa, la sabiduría del arte

Si en algún momento podemos hablar de gallegos universales, en el caso de Antonio Bonet no hay la más mínima duda. Una amplísima trayectoria como catedrático e historiador del arte avalan a este gallego afincado en Madrid, vitalista y gran conversador, que se siente "ante todo un docente en el sentido de escribir, pensar y sentir el arte".

Los primeros estudios en Santiago, París -como profesor ayudante en la Sorbona- Madrid y Sevilla -donde además de dirigir el Museo de Bellas Artes ejerció como catedrático- son algunas de los lugares en los que este "pesimista metafísico y optimista vital", según sus palabras, se ha sentido feliz. Lugares en los que ha ejercido todas las facetas que componen a un hombre del arte: crítico, ensayista, escritor, comisario, asesor o jurado, dejando la impronta de quien por familia, nunca ha sido ajeno a la cultura, el arte y la literatura. Su tío Evaristo Correa fue, junto con Lázaro Carreter, autor de una gramática castellana que ha formado a muchas generaciones de estudiantes. Y su hijo Juan Manuel Bonet sigue su trayectoria como historiador y crítico de arte, además de haber sido director del Museo Nacional de Arte Reina Sofía.

Hace más de dos décadas, Antonio Bonet recaló en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, una institución a la que le une el afecto de quien la conoce y ha vivido cada uno de sus "venerables y al mismo tiempo jóvenes" rincones, y de la que es director desde diciembre de 2008. Tres años antes, con un discurso titulado La plaza de María Pita y la trama urbana de La Coruña tomó posesión como miembro correspondiente de la Academia Gallega de Bellas Artes, un merecido reconocimiento que le llegó desde su tierra natal.

Su vinculación con Galicia y su ciudad natal tuvo, a partir de 1989, una cita ineludible al ser nombrado presidente de los jurados de las bienales Mostra Unión Fenosa. Sin duda, Antonio Bonet ejerció de gallego "pensando y sintiendo el arte" y dejando la huella de su buen hacer, en lo que estas bienales supusieron para la vida cultural de dentro y fuera de Galicia. "Cuando me interesa una cosa, me vuelco en ella". Nada más explicito que esta frase para definir como acometió este nuevo capítulo de su brillante trayectoria profesional.

Charles Baudelaire, poeta maldito en su tiempo, dejó escrito: "Para ser justa, es decir, para tener su razón de ser, la crítica debe ser parcial, apasionada, política; esto es: debe adoptar un punto de vista exclusivo, pero un punto de vista exclusivo que abra al máximo los horizontes.Pues bien, nuestro profesor está de acuerdo con algunos de estos parámetros con el gran poeta francés. De igual forma Bonet Correa, en muchos aspectos, coincide también con el gran poeta y crítico de arte, nacido en Roma y nacionalizado francés Guillaume Apollinaire. Éste tenía la convicción de que delante de las obras había que situarse con una actitud que asumiese la realidad del momento, rebatiendo el pasado y defendiendo a ultranza lo nuevo. Según Apollinaire, no se trataba de un estilo, sino de que la vanguardia es el resultado de diferentes actitudes. Por supuesto, su postura difiere en un punto de la del poeta: en el caso del profesor Antonio Bonet Correa, su sabiduría y ponderación nunca le llevarán a la postura extrema de rechazar todo lo pasado.