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Entrevista:ALMUERZO CON...YOLANDA PARRADO

"La multicultura existe, a pesar de Merkel y Sarkozy"

Aunque han pasado muchos años, Yolanda Parrado lo cuenta con un punto de asombro y otro de admiración. Resulta que consiguió un trabajo en Ámsterdam, se fue a Hacienda a ver qué impuestos le correspondía pagar y, sorpresa, le dijeron que como España había pagado sus estudios -"vamos, que llegué formada de casa", dice- solo debía pagar el 7%. "Era la envidia de mis amigos holandeses, que pagaban el 40%". Es una de las muchísimas alegrías que le dieron Holanda y Hewlett Packard, la compañía que le dio su primer empleo de verdad. Con los años llegó a ser directiva. Explica que una de sus tareas era analizar las quejas de la clientela y sacarles provecho para el marketing futuro. Es una firme partidaria de las reclamaciones, que son "oro molido para una empresa".

El trabajo en una multinacional marcó a la directora de Casa Mediterráneo

Aunque ahora trabaja en la Administración pública, habla con entusiasmo de las bondades de la multinacional estadounidense. "Cada año disponía de dos millones" para formación -lo dice así, en pesetas (12.000 euros de hoy)-, que ella misma decidía en qué invertir.

Elige el restaurante porque queda a medio camino entre la madrileña estación de Atocha, adonde arriba el tren desde Alicante, sede de Casa Mediterráneo, de la que es directora general, y el palacio de Santa Cruz, una de las sedes del Ministerio de Exteriores. Y, añade rápidamente, porque aquí tienen un cochinillo que le parece exquisito. "Es contundente, lo sé, pero soy de buen comer", explica. Un inmenso y colorido eduardo arroyo titulado Viva Madrid, que es mi pueblo. Homenaje a la capital mundial del ruido, preside la, sin embrago, silenciosa sala de este local repleto de arte donde el camarero pregunta al comensal si es alérgico. Prevención para evitar sustos.

Casa Mediterráneo, nacida en 2009, fue la última de las casas, seis ya, en sumarse a la denominada diplomacia pública española. Le precedieron las de América, Asia, África, Árabe y Sefarad-Israel. Deja intacto uno de los aperitivos, que sabe por otras veces que no le gusta, mientras detalla el cometido de la Mediterránea: servir de plataforma para que las sociedades civiles de 22 países ribereños creen, o estrechen, lazos. Desde las cámaras de comercio -"el empresario ha sido a menudo el primer embajador", recalca- hasta las ONG.

Vivir en Holanda le convenció de que "el multiculturalismo existe, pese a lo que digan Merkel y Sarkozy". Parrado regresó a su ciudad, Alicante, a los 30 años, cuando le entró la "necesidad física de ser madre, una madre latina". Convenció a su compañero, holandés, y se mudaron. Allí nacieron Theo -"con hache, por favor, es una batalla"- y Óscar.

Su trabajo se concentra en un puñado de países, bien diversos, "los balcánicos, Argelia, y las islas, Malta y Chipre", detalla. Encantada con su proceso de descubrimiento de la zona, sostiene que "a la región mediterránea no le irá bien si no asume que es un vecindario". Y asegura que España juega con una ventaja a la que debe sacar partido: "Como no tenemos lazos colonialistas, nos ven como vecinos, como cruce de culturas".

Para Parrado, el Mediterráneo debe ser un gran vecindario.
Para Parrado, el Mediterráneo debe ser un gran vecindario.CLAUDIO ÁLVAREZ

Alboroque. Madrid.

- Dos menús: 70 euros.

- Micuit de manzana.

- Cochinillo con ensalada.

- Pez de roca con mejillones.

- Brownie con helado de jengibre.

- Una caña y un vino de Ribera: 5,60.

- Dos tés: 5.

Total: 80,60 euros.

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