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La zona que rodea Chernóbil "nunca" se podrá habitar

La energía atómica es peligrosa y su explotación está plagada de incertidumbres, según las intervenciones realizadas el jueves en Kiev en una conferencia internacional con motivo del 25 aniversario de Chernóbil. No obstante, ninguno de los ponentes puso en cuestión el futuro de la energía nuclear, pese a las graves secuelas del accidente en aquella central nuclear. Superar esas secuelas llevará siglos.

A raíz del aniversario, Ucrania difundió ayer un nuevo atlas actualizado de las zonas contaminadas por las fugas radioactivas de Chernóbil tras la explosión en el cuarto reactor en la madrugada del 26 de abril de 1986. Este valioso documento registra una intensa contaminación del suelo en torno a Chernóbil con cesio-137, estroncio-90, y plutonio 238, 239 y 240, y pronostica también el nivel de contaminación con americio para el año 2056. En esa fecha precisamente la concentración de americio-241 "alcanzará su máximo valor", a consecuencia de la desintegración del plutonio-241, señala el atlas.

La zona de exclusión y la zona de total reasentamiento en torno a Chernóbil "nunca" serán aptas para vivir en ellas, según Mykola Proskura, vicejefe del departamento encargado de administrar los territorios contaminados. Proskura aclaró que el territorio en cuestión tiene un total de 2.600 kilómetros cuadrados, y "en el mejor de los casos se podrá reducir a 2.000, aunque eso será en el futuro lejano". El funcionario precisó que "entre 1.500 y 2.000 kilometros cuadrados nunca serán aptos para vivir" porque "hay isótopos radiactivos con un periodo de desintegración de 24.000 años". La zona puede tener un uso limitado para la economía, opinó, mediante "alguna explotación limpia y que exija poco personal, como la energía eólica".

"No podría contestar a la pregunta sobre cuanta gente ha muerto a causa de Chernóbil, porque todas las cifras son estimaciones y están basadas en datos diferentes", señaló Ausrele Kesminiene, de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.

Los alrededores de la central, el pasado miércoles.
Los alrededores de la central, el pasado miércoles.SERGEY DOLZHENKO (EFE)

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