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Reportaje:

Campeón del mundo busca equipo

Pablo Coira entrena por su cuenta tras dejar el mítico Honved de Budapest

Aquella camada que ganó en 1999 el Mundial sub 20 de fútbol hizo historia. Ni antes ni después estuvo España en ese escalón, primera cima a la que llegaron futbolistas como Xavi, Casillas o Marchena que luego reeditaron la gloria máxima a nivel absoluto. Casi todos los jugadores de aquel grupo hicieron carrera en el fútbol, oficio en el que, sostiene Pablo Coira Lojo, el azar juega un importante papel.

Natural de Vilagarcía y forjado en la cantera del Arousa antes de fichar con 19 años por el Compostela, Coira firmó un contrato por cinco temporadas con el Celta tras mostrar credenciales en aquel Mundial. Al cuarto año se encontró sin minutos y buscó una salida en el Alavés. Pasó por Recreativo, Arís de Salónica e incluso por el filial del Espanyol, en una extraña maniobra de un B que incorporaba a un futbolista que tenía 29 años. Al fin creyó encontrar un futuro en Hungría, en una gran ciudad, Budapest, y un club con pedigrí, el mítico Honved.

El excéltico, que ganó el Mundial sub 20 en 1999, es ahora mediocentro
Sus excompañeros Xavi, Casillas o Marchena llegaron a lo más alto

Pero un año después de su llegada emprendió el camino de vuelta. No le pagaban y desde febrero entrena por su cuenta en Vilagarcía en busca de destino. Mira hacia sus ex compañeros de vestuario, a Casillas, Aranzubía, Fran Yeste, Orbáiz, Colsa o su amigo Xavi, "el mejor, un futbolista incomparable", y no es capaz de sentir envidia o desasosiego. "¿Cuántos chicos no apuntan a Primera y jamás llegan a ella? Yo lo hice en un Celta en el que además era muy difícil hacerse un hueco y ahora peleo por volver. Tengo 31 años y estoy mejor que nunca", avisa.

La experiencia húngara ha forjado un nuevo Coira. Olvidemos a aquel lateral derecho de ida y vuelta, liviano pero correoso. Ahora es un mediocentro que mantiene sus señas de identidad -"trabajador y disciplinado"-, un futbolista reconvertido por casualidad: llegó a Hungría para jugar de lateral o interior, pero en el primer partido estaba lesionado uno de los pivotes de la medular y el entrenador le alineó en posiciones más centradas. Marcó un gol y dio otros dos. Ya nadie se atrevió a moverle.

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Falta que los clubes y sus secretarías técnicas perciban que Coira tiene todavía mucho que ofrecerles. Ahí el futbolista también se aplica lejos del césped con las nuevas tecnologías. Está a punto de presentar su web, ya accesible en pablocoira.com. Allí vuelca su historia, que no es poca. Vivencias compartidas con estrellas que presenta con talento porque resulta que, ante el teclado, Coira, que ejerce de webmaster, tiene ideas y consigue que la lectura no sea farragosa.

"La web puede servir para que me conozcan equipos de fuera de España, y es una herramienta para volcar fotos y recuerdos que en el momento valoras con el tiempo", explica. Es un futbolista que abre su mundo y lo comparte, que hace partícipe al lector de su amistad con tipos como Pepe Reina, con el que coincidió en la selección sub 21 y años atrás incluso llegó a compartir vacaciones y que, en una visita a Liverpool, le dio pie para transcribir una deliciosa conversación plagada de anécdotas y recuerdos.

Coira cuida su imagen y su espíritu aventurero. "Me gustaría quedarme en un Segunda, pero si no sale nada volvería al extranjero", anuncia. Estaría bien que en ese caso no volviera a tener problemas de impagos. El Honved tiene más historia que presente. Equipo del ejército húngaro, fue cuna de mitos como Puskas, Czibor, Kocsis o Bozsik, uno de los equipos de referencia en los cincuenta, justo antes de que los tanques rusos irrumpieran en Budapest. Ahora lucha por la pervivencia en la categoría.

"Íbamos quintos, pero los retrasos en los pagos propiciaran que el técnico y muchos jugadores nos fuéramos. El equipo cayó en la clasificación", apunta Coira, que dejó un club con memoria, pero sin posibles. "Hay un potencial por explotar. Las instalaciones son buenas, tienen una ciudad deportiva con tres campos y una academia de fútbol para jóvenes, también bastantes seguidores, pero la gente no va al campo, apenas acuden unos 5.000. Prefieren ver el fútbol por televisión porque las audiencias de los partidos de Liga son muy altas". Falta soporte económico en Hungría e importa, y mucho, cobrar por trabajar.

Pero los vaivenes del fútbol no desaniman a Coira. "Me iría a cualquier lado. Tuve una oferta de Suecia, pero suponía acabar la Liga en octubre y era arriesgado verme entonces de nuevo sin equipo. Ahora tengo cuatro meses para ver qué opciones salen y qué decisión tomo". No quiere equivocarse. Mientras tanto, hace acopio de fuerza de voluntad para trabajar solo y busca alguna opción que le abra puertas para integrarse en un grupo siquiera para mantener el tono físico. Y no lamenta su suerte, no la compara con la de aquellos a quien mejor les va, sino con la de quienes se quedaron sin cumplir sus anhelos: "No me puedo quejar. Soy un privilegiado".

El futbolista Pablo Coira posa junto a una portería en un campo de la playa de Compostela, en Vilagarcía.
El futbolista Pablo Coira posa junto a una portería en un campo de la playa de Compostela, en Vilagarcía.CARLOS PUGA

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