Sobre el extravío contemporáneo
Antonio Doñate hace de Vigo eje de su segunda novela, 'Acceso al comportamiento'
"No es posible ser de una forma determinada", piensa el narrador de Acceso al comportamiento. Entre el narrador y el protagonista, Rafa -vecino de O Calvario, entre 30 y 40 años, empleado en el quiosco del aeropuerto-, Antonio Doñate construye un retablo icónico con espacio para el fascismo emocional, la fragilización de las relaciones sociales o las trampas de la cultura, sometida a un raspado político que recuerda al del arte contemporáneo. Una tercera persona como subterfugio -"todo puede resultar más duro así, como en las memorias de Coetzee"-, operativa para una versión punk de Cuéntame y para una aventura situacionista donde todo es ambivalente. Si todo es inocuo todo es inútil, viene a decirse, aunque -cita a Francisco Casavella-, "puede que todo sea terrible, pero nada es serio".
Rafa, el personaje central, se rodea de cultura para "tapar" la deriva
Chano Rodríguez, la gripe A o la TDT son algunas referencias del libro
"Rafa es alguien que se rodea de cultura para tapar el extravío, y ese traje se le cae a pedazos". Por entre los pliegues cuela Doñate (Madrid, 1969) "el retorno de lo instintivo, de lo salvaje", una de las ideas centrales del libro, publicado en Caballo de Troya. Ese abrirse a la vida transita por el rizoma de postal de las redes sociales, "lo único que no se pone en juego en el aislamiento es el narcisismo", y se encarna a través de un suceso débil: Constitución-Calvario-Progreso-Independencia es el viaje que intenta reescribir Rafa a través de las fotocopias que siembra un bloguero en Vigo. "Ese Rafa solipsista del principio empieza a tomar decisiones fuera de la rutina, también porque lo racional acaba viéndose superado por la vida. Lo que nos mueve, al final, puede ser muy pueril".
En Acceso al comportamiento, la ciudad que acogió a Doñate, diseñador gráfico, "vine de Valencia hace 15 años, pienso que salí ganando", aparece puntuada a través del callejero, el cariño hacia el subproletariado local y su propio pop. De popular, "no ese pop tan banal y fláccido que se estila por aquí", matiza Doñate, que dice "no poder" con el lirismo. "Creo que mi pop tiene mucho ancho de banda, abarca desde Nick Hornby hasta el Grapo". El héroe paralímpico Chano Rodríguez, la psicosis inducida por la gripe A o la implantación de la TDT son algunas de las referencias coyunturales que adhiere al relato desde diferentes registros. Un ensayo fragmentario sobre una novela de pensamiento, o al revés. "Hay un empeño porque todo sea muy reconocible, me apetecía que fuese muy coetáneo", apunta el autor de La paz social (Caballo de Troya, 2009).
Como patchwork, podría pensarse que la novela de Doñate está más cerca de Unha puta percorre Europa, de Alberto Lema, que de la Generación Nocilla. En su acercamiento a la nueva virilidad -"el hombre, después de haber leído teoría feminista o escuchado a Astrud"-, quizá también en un sentido político. En la tarea de renombrarlo todo para recuperar lo real frente a lo simbólico e imaginario. "Yo creo que soy posmoderno, pero no en el sentido peyorativo", ríe. "Si el nihilismo no es constructivo, es burgués".
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