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Reportaje:FÚTBOL | 32ª jornada de Liga: el clásico

El pivote elástico

Pepe, de central a medio, se multiplica en todas las direcciones del juego

Diego Torres

Pocas veces estuvo tan alta la hierba del Bernabéu. Cuando entraron al campo, los primeros jugadores dejaron una huella como si pisaran un trigal. El técnico madridista, José Mourinho, debió de pedir a los jardineros que dejasen crecer la vegetación para frenar un poco la circulación del balón del Barça. Fue la primera señal de que el choque se libraría en la espesura. A la guerra de movimientos le sucedía la guerra de estancamientos. Con la finalidad de proveer a la interrupción de las vías de pase en el medio del campo y en previsión de acciones de juego simplificado, de transiciones aéreas, Mourinho desplegó a Képler Laveran Lima Ferreira, más conocido como Pepe, por delante de los centrales. Entonces, Pepe, este zaguero de origen, hizo en el Madrid lo que ya comenzó a hacer en San Mamés hace una semana. Su transformación táctica y física fue evocadora del Hombre Goma.

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Decían los jugadores del Madrid, antes del partido, que la prioridad de Mourinho era evitar una catástrofe como el 5-0 del Camp Nou. Eso es lo que pareció intentar cuando sacrificó a su jugador más inventivo, Özil, a cambio de un portento del atletismo. La irrupción del brasileño nacionalizado portugués tuvo un impacto decisivo en el desarrollo del partido. Pepe tiene el físico de un corredor de 1.500 y la resistencia de un keniano. De entrada, se parapetó entre Messi y sus pasadores dejando al argentino desconectado. Messi debió dar rodeos para encontrarse con las jugadas y cada vez que tocó la pelota sintió la presencia pegajosa de su marcador. Pepe fue tenaz en la persecución del jugador más desequilibrante del rival y supo anticiparse porque leyó bien las jugadas. Hasta el 0-1, la mayoría de los contragolpes del Madrid partieron de robos de Pepe, que se multiplicó partiendo de la frontal de su área hasta alcanzar el campo contrario, donde ofició de pivote adelantado en las acciones a balón parado.

"¡Nos parece fenomenal!", dijeron unos hinchas madridistas apostados en el gallinero cuando les preguntaron por la táctica de Mourinho de jugar con tres pivotes. "¡Lo importante es ganar!", afirmaban. Ni los 500 millones en fichajes que ha invertido el club en los últimos cuatro años ha modificado la corriente de pensamiento que triunfa en el Bernabéu: la subsistencia, ante todo. Mourinho, muy apreciado por la grada, interpreta a la perfección estas vibraciones. Como él suele decir: "Soy pragmático".

Más allá de la extraña presencia de Khedira, invisible durante casi toda la noche, la elección de Pepe como mediocentro fue un éxito. Hizo un esfuerzo titánico que influyó decisivamente en la contención del Barça durante una hora. Pepe no solo ayudó a quitar y lanzar contragolpes con pases a Cristiano y Di María. También se trasladó al campo contrario para servir de diana de los balones largos. Cada vez que hubo una falta, un córner o un saque de banda, levantó el brazo señalando su posición y ganó casi siempre los duelos aéreos con Piqué y Puyol, lo que a Benzema le resultó imposible el día del Camp Nou. Supo aguantar de espaldas, bajar los balones de cabeza, prolongar a los atacantes y luchar por los rechaces presionando a la salida del Barça para neutralizar posibles contragolpes.

A Mourinho le debió de gustar tanto el experimento que, cuando el equipo se quedó con uno menos y obligado a remontar, prefirió quitar a Xabi Alonso antes que mover a Pepe de su flamante posición axial. Antes que sacar a Pepe del medio, el técnico optó por reestructurar su defensa con el ingreso de Arbeloa en el lateral derecho y el desplazamiento de Ramos al centro de la zaga. El gran damnificado por el éxito de Pepe fue Özil, que no salió del banquillo hasta el minuto 56. Mientras tanto, en el fondo norte y antes del empate, los pocos hinchas del Barça presentes en Chamartín, gritaban: "¡Campeooones, campeooones, oé-oé-oé!".

Pepe protege el balón ante Messi.
Pepe protege el balón ante Messi.ÁLVARO GARCÍA

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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