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Un icono del diseño que nunca cuajó en Madrid

Cierra, 14 años después, la sede en la capital de la tienda barcelonesa Vinçon

La pregunta que se hicieron con esa osadía propia de los comerciantes con olfato fue: "¿Qué pasaría si apostáramos por presentar una oferta alternativa a la que el público demanda?". A partir de ahí, la familia Amat, de Barcelona, curtida en los negocios desde alguna generación anterior, se embarcó en la aventura de ofrecer objetos de diseño para la casa en plena década de los sesenta. En Barcelona, claro. La fórmula -algo así, como una tienda de culto- acabó siendo un éxito.

Siguiendo esa estela aterrizaron en Madrid hace 14 años. Pusieron los ojos en un magnífico edificio protegido en el barrio de Salamanca: la sede desde 1920 de una platería con mucha tradición, Fábrica Espuñes, donde a su vez se fabricaba electricidad para el barrio en unas de sus naves. Su estado era ruinoso. Pero era lo que buscaban Fernando Amat (uno de los padres del invento) y su sobrino Sergio, hasta ahora encargado de la tienda de Madrid. Ese lugar en el interior de una manzana en la calle de Castelló les hizo "subir la adrenalina hasta las cejas", diría Amat.

Sin embargo, algo falló. El intento no cuajó en Madrid y con más pena que gloria bajó la persiana definitivamente la pasada semana. "Estamos tristes, pero no ha podido ser, lo hemos intentado durante 14 años y si no arranca, no arranca y no sé muy bien por qué; quizás la gente no entendía lo que ofrecíamos. El caso es que en algo no hemos acertado", explicaba ayer Fernando Amat.

En realidad, según cuenta, esa filosofía de comercio por la que ha recibido varios premios (el Nacional de Diseño, el Frankfurter Zwilling a la mejor distribución o el Laus por la buena labor gráfica continuada) nunca acabó de despegar. Al contrario que la tienda madre de Barcelona, cuya magnífica sede en los bajos de La Pedrera es un continuo ir y venir de compradores o gente que se acercan por el simple placer de contemplar algo diferente.

¿Falló el lugar, algo escondido? "Que fuera algo oculto nos gustaba, y teníamos unos clientes muy fieles, pero no eran suficientes. Estábamos convencidos de que debía estar donde estaba. Nos ofrecieron estar en algunos centros comerciales y no quisimos, tiene que ser un sitio que nos lo creamos", responde Amat, que se declara auténtico fan de Ikea: "Es la mejor competencia, los admiro, son respetuosos, no imitan productos que ya existen, sino que crean los suyos a bajo precio sin hacer daño a nadie".

Uno de los secretos de Vinçon está en la elección de los objetos. Que más allá de sus precios (los hay de todo tipo), tuvieran "emoción", apunta Amat. Desde las lámparas Coderch, la TMM de Milá o la Tolomeo hasta populares jarras de agua con un punto de diseño, por 15 euros; alfombras, sillas, accesorios para baño, cocina y todo tipo de gadgets. "Compramos de una forma muy personal, siempre pensamos que si nos gustaba para nuestra casa había que comprarlo. Son objetos de culturas diferentes, de diseño muy actual y de precios también distintos. Hay veces que el precio es muy alto y solo vendemos una pieza, pero aun así estamos encantados de tenerla", cuenta el responsable (uno de ellos) de esta empresa estrictamente familiar. No solo los escaparates están muy cuidados; para diseñar las bolsas han acudido a los mejores, desde Mariscal hasta Pati Núñez.

¿Habrá segundas partes? El local lo han vendido y atienden en la web (www.vincon.com). No descartan la vuelta, "aunque por ahora no", precisa Amat, que no duda de que "aparecerá de nuevo una carpeta encima de la mesa con un proyecto para Madrid". De momento, pues, hasta luego.

La tienda Vinçon, en la calle de Castelló, cerró la semana pasada tras 14 años.
La tienda Vinçon, en la calle de Castelló, cerró la semana pasada tras 14 años.

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