Un romano extremeño

En Extremadura, como en las grandes zonas vitivinícolas, el vino tiene su río. El Guadiana atraviesa estas tierras perezosamente. Apenas si desciende medio metro por cada kilómetro recorrido. A veces parece que se para, se estanca en charcas y marjales. Tras un origen incierto, al Guadiana extremeño le embalsan, domestican y ponen a producir. Entonces da nombre a la denominación de origen Ribera del Guadiana.

El impulso de esta joven DO ha sido fundamental para el despegue de los vinos extremeños de calidad. Las cosas no han sido fáciles. Extremadura, particularmente Tierra de Barros, era el reino del blanco y del granel, de la producción extensiva para el destilado, la venta indiscriminada o del popular "vino de pitarra". Pero ya cuentan con un puñado de esforzados bodegueros y viticultores que elaboran vinos excelentes. Y representan la actual Extremadura. Destaca entre todos, pionero y visionario, Marcelino Díaz. Él inició en solitario, hace dos décadas, el proceso de renovación. Posteriormente animó la creación de la denominación de origen.

Ahora, sorprendentemente, saca uno de sus mejores tintos, este Theodosius 2008, como vino de la tierra, en homenaje al emperador romano de origen hispano que reunió por última vez el imperio y convirtió el catolicismo en la religión oficial. Atractivo aroma complejo, elegante, con abundante fruta silvestre ácida, notas especiadas y un ligero toque de madera nueva, todo muy bien integrado. Boca sabrosa, fresca y equilibrada, con taninos frutosos y final limpio.