Señorío
En un documental que realizó Kusturica sobre ese futbolista imperecedero y disparatado ser humano llamado Maradona, este contaba que nunca ha tenido que mirar al balón para saber donde se encontraba porque cuando era niño y jugaba en los arrabales porteños al llegar la noche seguían haciéndolo a oscuras, Había melancolía en ese recuerdo tan nítido. Leo en una entrevista que le hacen a Del Bosque, ese individuo modélico por tantas razones, que sigue parándose cuando ve a críos jugando al fútbol en la calle en su reconocimiento de que el fútbol es la propia vida.
A Del Bosque, que ha pasado gran parte parte de su existencia ligado al Real Madrid y del que fue despedido humillantemente después de haber ganado todo como entrenador, al no gozar de la bendición del puto glamour, ni hablar inglés, ni haber recibido propuestas para ser modelo de Armani, nunca le he oído hablar del señorío genético y vocacional que atesora el club de su alma. Jamás he poseído el significado exacto de ese concepto al parecer divino. Pero ha sido eterno atributo del facherío engominado y rijoso. Normalmente salgo corriendo cuando alguien se autodefine con tono exaltado o patéticamente beodo como: " Yo soy un señor". Lo más probable es que a continuación te informe de que también es un patriota. Son dos conceptos grimosamente asociados. Entiendo que Pérez le pague una fortuna a un mercenario pragmático, listo y arrogante como Mourinho por la exclusiva misión de quitarle el trono a ese Barcelona que enamora. Pero que también pretenda honrarle como paladín y símbolo del señorío madridista resulta excesivo. O a lo peor, sólo es consecuente.
Cuenta también Del Bosque que la selección pretende representar a un país, pero no evangelizarle, donar alegría a una sociedad crispada. Y esa selección siempre ofrece alguna imagen preciosa. Cuando Villa marca el viernes su histórico gol va a abrazarse con un señor calvo que siempre parece ser el más feliz en la selección cuando esta triunfa. Reina es un reserva. Puede que eterno si Casillas mantiene inalterablemente el estado de gracia. Lo humano en Reina sería la envidia o la tristeza. Pero hace suyo el triunfo de sus compañeros. A lo mejor, en eso consiste el señorío de verdad.
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