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Vioque pactó su exilio a Argentina a cambio de declarar contra la mafia rusa

La fiscalía le garantizó una nueva identidad, pero el narco murió poco después

Un año antes de fallecer en 2008 tras una larga batalla contra el cáncer, el abogado y narcotraficante Pablo Vioque puso el colofón a un oscuro capítulo de su biografía, propio de una novela de suspense. Su excarcelación y la extinción de la condena que aún tenía que cumplir por urdir el complot para asesinar al entonces fiscal antidroga, Javier Zaragoza, no fue sólo producto de su deterioro físico, avalado por exhaustivos informes forenses. Fue, en realidad, la primera condición que puso antes de convertirse en testigo protegido de la Fiscalía Anticorrupción contra uno de los cerebros de la mafia rusa, el georgiano Zahkar Knyazevich Kalashov, accionista de la multinacional petrolera Lukoil.

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Las incógnitas de su muerte

Intrigas, asesinatos, intereses económicos de multinacionales, y hasta en los papeles de Wikileaks se vio envuelto Vioque cuando decidió colaborar con la justicia. Estas circunstancias han alimentado toda serie de conjeturas sobre su muerte, esa que muchos que le conocieron aún ponen en duda. Incluso algunos medios judiciales consultados no son ajenos a estas incógnitas que solo podrían despejar sus hijos, Pablo y María.

La colaboración del influyente exsecretario de la Cámara de Vilagarcía iba a tener otras contraprestaciones. Vioque pactó una nueva identidad y dinero para ocultarse en Argentina. El abogado exigió todas las garantías de que su patrimonio quedaría a salvo de posibles embargos derivados de sus condenas por narcotráfico y blanqueo de dinero.

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Todo empezó en 2007 con la sentencia de nueve años de prisión a la que Vioque fue condenado por planear el asesinato del hoy responsable de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, y que había ejercido las acusaciones en varias causas contra él. Pablo veía imposible que le condenasen por este asunto, porque, según dijo, solo había indicios y la prueba de cargo eran las declaraciones de un arrepentido. Además, contaba con recortar los años en prisión con estudios para obtener el doctorado en Derecho, su buen historial como preso y colaboraciones en los quehaceres domésticos en los centros penitenciarios donde había estado. Todo ello, según sus allegados, le hacía triplicar su esperanza de vida.

Vioque comenzó a maquinar cómo salir del largo cautiverio que le esperaba. Buscando soluciones precipitadas empezó a recibir visitas de dos miembros de la Udyco (Unidad contra la Droga y el Crimen Organizado), que años antes se habían interesado por él para recabar información de personajes involucrados en el narcotráfico y negociar su posible colaboración. Así se gestó la declaración contra Kalashov que avaló los argumentos de Anticorrupción para prolongar la prisión provisional del capo ruso y luego condenarle a siete años y medio de cárcel y 20 millones de euros de multa por blanqueo de dinero.

De esta forma, a finales de abril de 2007, Pablo Vioque es excarcelado de la noche a la mañana basándose en el artículo de la ley que permite a internos con enfermedades terminales expirar en su casa rodeado de los suyos. Un precepto que se le había negado sistemáticamente desde que su estado físico se había deteriorado.

Los acontecimientos se suceden con rapidez para que el enfermo terminal pueda refugiarse en su casa familiar de Cáceres. El 25 de abril, el tribunal de la Audiencia de Madrid, que le había condenado por intento de asesinato, suspende la ejecución de la condena. Casi al mismo tiempo de que se reuniera de urgencia la junta de tratamiento de la prisión, el juez central de vigilancia penitenciaria autorizó su excarcelación en un auto fechado el 18 de mayo, basándose en "la dignidad del ser humano y apelando a los principios humanitarios". El juez desautorizaba el recurso del fiscal que todavía le creía "capaz de dirigir, organizar y planificar actos criminales".

Sin embargo, Vioque no declara como testigo protegido hasta el 3 de julio de 2008 -murió el 13 de diciembre de ese año-, acusaciones que luego firma ante el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu. En esa declaración asegura que Kalashov, en 2007, le pidió ayuda para lavar 300 millones de euros en un paraíso fiscal a cambio de una comisión del 10%, y para que le buscara un abogado de confianza.

Vioque puso al capo ruso en contacto con Javier Gómez de Liaño, el que había sido juez de su primera causa por narcotráfico al ser detenido en abril de 1997 y, luego, abogado suyo cuando el magistrado es apartado de la Audiencia Nacional. Liaño asumió la defensa del georgiano después de que el que era su defensor, Alfonso Díaz Moñux, fuera asesinado a tiros en Madrid por sicarios vinculados con cárteles de la droga. A Díaz Moñux le acompañaba ese día su novia, la también letrada Tania Varela, a la sazón excompañera sentimental de David Pérez Lago, hijastro de Laureano Oubiña.

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