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Visita guiada a un bastión franquista

Abre al público el pazo de Meirás con explicaciones sesgadas e inexactas

Un nostálgico del régimen franquista, parejas de jubilados, el alcalde de Sada (A Coruña), el nacionalista Abel López y numerosos periodistas fueron los primeros en adentrarse ayer en el pazo de Meirás, la propiedad regalada por el pueblo al dictador Francisco Franco en plena guerra civil. El interés mediático predominó en la primera jornada de visitas (gratuitas) al monumento que, por tener la máxima protección patrimonial, debe abrir al público cada viernes.

Apenas una veintena de personas participaron en las cuatro rutas guiadas que organizó la familia del dictador en virtud de su acuerdo con la Xunta de Galicia (PP). Atrás quedaban cuatro años de batalla judicial -aún inacabada- por la decisión del anterior Gobierno autónomo (socialistas y nacionalistas) de declarar bien de interés cultural el antaño santuario de la escritora Emilia Pardo Bazán y luego escenario estival de casi cuatro décadas de dictadura.

La Xunta obligó a abrir el castillo al declararlo bien de interés cultural

"Muy bonito por fuera, pero dentro hay tantas cabezas de ciervo colgadas en las paredes que resulta demasiado tristón", comentaba una mujer tras recorrer durante una hora el singular castillo de tres torres. Y es que impacta la cantidad desmesurada de animales disecados que conforma la recargada decoración del vestíbulo y de las estancias principales. Nada queda en el interior de la impronta elegante y refinada de Pardo Bazán, quien reconstruyó a finales del siglo XIX este pazo que llamaba las Torres de Meirás.

Las visitas guiadas se hacen con el guión de la familia Franco, por lo que se ofrece al público una visión sesgada, a veces inexacta e incluso censurada de la historia. El guía, contratado por una empresa privada de seguridad a la que paga la Xunta para los días de apertura al público, solo cuenta con "la colaboración de la familia Franco y la escasa información existente" para dar explicaciones a los visitantes.

El Gobierno autónomo no intervino pese al riguroso inventario que hizo para justificar la declaración, a finales de 2008, de bien de interés cultural.

La visita a la propiedad, que ocupa más de 66.700 metros cuadrados, comienza con una explicación, desde el exterior, de algunos elementos aportados por Pardo Bazán en su construcción.

El público entra a través de la capilla, construida por la escritora. El interior es sombrío y resulta incluso escalofriante la profusión de cabezas de ciervos y otras piezas de caza. Lo más espeluznante es un lateral de la escalera principal, presidida por una vidriera que representa el blasón de la condesa con un enorme busto del dictador debajo: está absolutamente repleto de pequeños cráneos de un animal con cuernos. "Son los trofeos de cacería de los nietos de Franco", explica el guía. En el despacho y la biblioteca del dictador, también muy oscuros, hay múltiples libros "sobre regímenes, de ciencias y de historia". No faltan una vieja bandera preconstitucional descolorida, con el yugo y las flechas, y varios escudos de la familia Franco.

Varias personas visitan el monumento en el primer día de puertas abiertas del pazo de Meirás.
Varias personas visitan el monumento en el primer día de puertas abiertas del pazo de Meirás.GABRIEL TIZÓN

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