Las pruebas de esfuerzo congelan el interés de los inversores en las cajas
El mercado apunta a que Bankia y Banca Cívica, dos de las cajas con problemas, saldrán a Bolsa - El resto de entidades con dificultades pedirá dinero al Estado
Las cajas ven con envidia la entrada del fondo soberano Qatar Holdings en Iberdrola y las negociaciones que mantiene con Telefónica. Pese a las promesas sobre las cajas que los fondos árabes hicieron al presidente José Luis Rodríguez Zapatero en su gira por Oriente Medio, los gestores de estas entidades no creen que se materialicen, al menos ahora. O no a los precios que los directivos consideran razonables. Tras el examen de capital, llegarán las pruebas de esfuerzo europeas de junio: los inversores institucionales más relevantes no moverán ficha hasta entonces, ya entrado el verano, con todos los datos sobre la mesa, cuando se sepa cómo resisten las cajas a los escenarios más adversos.
El precio al que entre el FROB en una entidad marcará todo el proceso
Surgen los primeros conflictos internos en las cajas fusionadas
Esta situación puede frustrar algún intento de salida a Bolsa, con lo que la exigencia de capital se elevará al 10% y aumentarán los problemas. Los expertos consultados creen que sólo Bankia y Banca Cívica tienen posibilidades (y no al 100%) de llegar al parqué. El resto deberá buscar fusiones de segunda ronda, vender activos -redes de oficinas o participaciones industriales- o pedir capital al Estado, la opción que gana terreno cada día que pasa.
El examen de capital del Banco de España ha dividido el sector en dos: las cajas problemáticas (Bankia, Novacaixagalicia, BancoBase/CAM, Unimm, Banca Cívica, CatalunyaCaixa, Mare Nostrum y Caja España) y las encauzadas, que son el resto del sector. Las primeras deben presentar su hoja de ruta el próximo 28 de marzo, y explicar cómo van a conseguir inversores o salir a Bolsa. "El problema es que no va a ser posible encontrar entidades extranjeras capaces de inyectar capital de calidad en las entidades en las condiciones actuales", dice Luis Garicano, profesor de la London Schools of Economics.
Ejecutivos de diferentes cajas consultadas coinciden en que se ha enfriado la posibilidad de que entre algún inversor, como mínimo hasta después de las pruebas de esfuerzo de la UE. "Los inversores buscan claridad y sería absurdo invertir antes de un examen como el que está a punto de llegar en junio" dice un experto que participa en las colocaciones de las cajas. Otro experto en riesgos que también pide el anonimato añade: "El paso del tiempo, lejos de mejorar nada, está empeorando los activos inmobiliarios de las entidades porque el mercado está muy parado. Las posibilidades de salir a Bolsa se pospondrán por lo menos hasta final de este año o principios del siguiente. Eso significa que la situación se complicará aún más".
Además, ya empiezan a florecer los problemas típicos de las fusiones bancarias: copresidencia discutida (en el caso de Caja Navarra y Cajasol, en Banca Cívica); conflictos internos porque aparece más morosidad de la esperada (la CAM ha duplicado los dudosos del 4,5% al 8,9% en 2010, lo que ha provocado un enfrentamiento con Cajastur), y celos en la cúpula por el reparto del poder entre ejecutivos, con la consiguiente fuga de algunos de ellos (Caja Madrid-Bancaja en Bankia), entre otros.
Pero hay otro asunto estructural sin resolver: "El complicado, oscuro, poco profesional y politizado gobierno corporativo de las entidades. Desgraciadamente, en eso nada ha cambiado", apunta Garicano. La salida a Bolsa de los bancos de cajas encontrará muchas dificultades si no se cambia el perfil de los consejos de administración, todavía dominado por ex políticos.
Además del perfil, habrá que cambiar a los protagonistas de la gestión. Los inversores, comentan fuentes financieras, no van a poner su dinero en cajas que siguen dirigidas por los mismos ejecutivos que las llevaron a esta situación. "Hace falta una profunda renovación de los gestores para presentar una estrategia creíble. El escenario no ayuda por la previsible caída de ingresos, pero hay que presentar un plantel de directivos convincente para los inversores", dice un experto en colocaciones bursátiles.
Al menos, los gestores de las cajas ven ahora con buenos ojos tener como socio al Estado. La duda es a qué precio entrará el fondo de rescate en el capital. "La valoración del FROB será el techo para cualquier inversor que después quiera entrar en una caja. Es una papeleta difícil para el Banco de España porque acabará en el capital de las débiles, las que no han querido los inversores privados, pero debe garantizar que entra a un precio adecuado porque invierte dinero público", apunta un analista. Otros destacan la trampa en la que se ha metido el Estado con el real decreto: si las cajas buscan un socio privado basta con el 8% de capital, pero si es el Estado, es el 10%. "Estos dos puntos de más los va a poner el Estado. ¿Por qué se autocastiga?", cierra la misma fuente.
Futuro incierto
Si se echa la vista atrás, se comprueba que las entidades con déficit de capital son las mismas que utilizaron el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria -el FROB, el fondo de rescate español-, que se aprobó el 26 de junio de 2009. Representan el 66% de los activos de las cajas: son dos tercios del sector y todavía hoy, en marzo de 2011, no han aclarado su futuro. El problema añadido es que esta incertidumbre repercute en los mercados mayoristas de financiación: esas entidades no encuentran quien les preste dinero, o solo pueden financiarse a precios muy altos. Este bloqueo dificulta y encarece mucho la concesión de créditos a familias y empresas: a la postre eso puede retrasar la salida de la crisis en España.
La situación amenaza con prolongarse hasta que este grupo de cajas resuelva las incógnitas que planean sobre su futuro. Y la duración de ese proceso es de lo más incierta. No hay que olvidar que, según el Banco de España, el principal objetivo de la reforma financiera era disponer de entidades sanas capaces de conceder préstamos, para evitar una década perdida a la japonesa. En Japón, el Gobierno reaccionó al estallido de la burbuja inmobiliaria a finales de los ochenta fusionando bancos con dificultades con entidades en una situación más holgada: así nacieron los bancos zombis, incapaces de prestar dinero, que han contribuido a las ya más de dos décadas de estancamiento japonesas.
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