Málaga recupera el teatro místico
El auto sacramental, una de las principales aportaciones del cristianismo al arte del teatro, es un género prácticamente desaparecido en la actualidad. En Málaga, la última vez que se representó una de estas piezas religiosas alegóricas en un templo fue en 1971. El actor Jaime Ordóñez, conocido por sus trabajados de secundario en series como La hora de José Mota o Aquí no hay quien viva, lleva tiempo recuperando este tipo de obras, que ya ha llevado en años anteriores a Antequera.
El próximo viernes día 18, en una única representación, la iglesia de los Mártires de la capital malagueña acogerá El auto de la Cruz, con textos de dramaturgo Ricardo Pereira a partir de escritos anónimos del siglo XVI. La recaudación de las 350 entradas irá íntegramente a Cáritas. Ordóñez, productor ejecutivo, concibe el auto sacramental como una "experiencia para los cinco sentidos que puede ser disfrutada tanto por creyentes como por no creyentes". "Hay mucha gente que no tiene fe y se emociona con los autos sacramentales; más que una obra teatral, el espectador vive una sacudida, una catarsis que le transporta a otra época", asegura. La puesta en escena, organizada de forma circular para envolver al espectador y en la que participan 25 personas, mezcla lo arcaizante del texto, del vestuario, y de la propia iglesia gótico-mudéjar con las nuevas tecnologías.
En distintos puntos del templo, que, según Ordóñez, "es ideal por su halo místico", se colocarán ocho pantallas de plasma para que los asistentes no se pierdan ningún detalle de la representación. Ordóñez ha contado con la ayuda de Carlos Baquero para una selección musical "que verdaderamente pone la carne de gallina", afirma.
La obra plasma las horas previas a la muerte de Jesucristo en un montaje que tiene la dificultad añadida de realizarse en una iglesia, lo que ha disparado el presupuesto por encima de los 100.000 euros. Curiosamente, el protagonista de El auto de la Cruz no es el Nazareno, sino la simbología que rodea al propio madero.
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