"Hemos dejado atrás el terremoto"
El balance oficial del terremoto que arrasó Chile el 27 de febrero de 2010 es estremecedor: 542 muertos, 31 desaparecidos y 12,8 millones de afectados (el 75% de la población). El temblor, de magnitud similar al ocurrido el viernes en Japón, destruyó o dañó seriamente 2,2 millones de viviendas, 3.800 escuelas, 17 hospitales, 1.500 kilómetros de carreteras, 212 puentes, 9 aeropuertos, 10 cárceles... En total, unas pérdidas de 22.000 millones de euros, el 18% del PIB de la nación andina.
¿Es posible reconstruir un país que ha sufrido semejantes daños? Un año después de la catástrofe, los chilenos tienen motivos para ser optimistas. La actividad productiva ha resurgido en los lugares más afectados y su economía, la más desarrollada de América Latina, crece más del 6%, un ritmo que el Gobierno de centroderecha de Sebastián Piñera quiere mantener durante los tres años restantes de mandato. El presidente chileno se ha marcado objetivos ambiciosos: erradicar la pobreza extrema, que afecta al 6% de la población, crear un millón de puestos de trabajo y aumentar la renta per cápita en un 50%.
"Nuestro objetivo es cruzar el umbral del desarrollo durante esta década"
"La posición de España en Chile tiene múltiples vías para expandirse"
Su ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, le ha acompañado durante dos semanas en una gira por Italia, Israel y España. Formado en la Universidad de Chicago, Fontaine (Santiago, 1955) ha trabajado para el Banco Central y en empresas privadas, entre ellas Endesa. Como buen alumno de la Universidad de Chicago, cuna del neoliberalismo económico, Fontaine habla de productividad, de inversión y de preponderancia del sector privado, pero también de protección social y de subsidios a los más pobres; un ejemplo de que las diferencias entre las corrientes tradicionales del pensamiento económico están borrándose y de que los políticos encargados de aplicarlas buscan, con espíritu pragmático y sobre todas las cosas, el bienestar de la población. Fontaine conversó esta semana con EL PAÍS en Madrid.
Pregunta. ¿Qué impacto ha tenido el terremoto de hace un año en la economía chilena?
Respuesta. El terremoto frenó el proceso de recuperación de la crisis global de 2009, cuando el PIB cayó el 1,5%. La economía chilena se venía recuperando cuando, el 27 de febrero de 2010, nos golpea el terremoto. Hubo un freno que se hizo sentir en marzo, abril y mayo, pero en el segundo semestre comenzamos ya a crecer sobre el 6%.Ese es un hecho muy significativo, pues sugiere que hemos dejado atrás el terremoto, que hemos dejado atrás la recesión y que hemos dejado atrás un periodo de 12 años en que el crecimiento chileno osciló en torno al 4%.
P. Su Gobierno se ha fijado como metas erradicar la pobreza extrema y crear un millón de empleos. ¿Cómo lo van a lograr?
R. Las dos cosas requieren una fuerte aceleración del crecimiento, que es lo que estamos empezando a ver, y un fuerte impulso al emprendimiento, la innovación, la inversión y la productividad. Estamos desarrollando una batería de medidas en esa dirección. Nuestra misión es que el crecimiento del 6% que observamos hoy se sostenga durante el resto de la década y seamos capaces de aumentar en un 50% la renta per cápita. Ello nos colocaría en el peldaño inferior entre los países desarrollados, como Portugal, y supondría pasar de 15.000 a 22.000 dólares. Nuestro objetivo es hacer a Chile cruzar el umbral del desarrollo durante esta década. Esa es la precondición para crear empleos y para superar la pobreza. Hemos calculado que si crecemos al 6% por año y aplicamos buenas políticas laborales, vamos a ser capaces de crear un millón de empleos en los cuatro años. A su vez, la creación de empleo es la mejor manera de rebajar la pobreza extrema a cero y de bajar sustancialmente la pobreza general. Para lograr esa meta, estamos mejorando nuestra red de protección social. Este año contemplamos un subsidio para los sectores más pobres, que hemos denominado "ingreso familiar ético" y que el Estado financiará con la recaudación tributaria que genera el crecimiento económico.
P. ¿En qué difiere su política económica de la de los Gobiernos de la Concertación? Muchos esperaban que ustedes aplicaran recetas neoliberales y redujeran la intervención del Estado...
R. Creo que el énfasis en esa dimensión de la estrategia económica está exagerado en los debates políticos. Las políticas económicas de la Concertación, como las nuestras, se enmarcan dentro de una economía de mercado que aplica una política realista, que tiene una visión global, que mira hacia la exportación, que atrae inversión extranjera y que da al sector privado un rol preponderante. Todo eso en el pasado era considerado extremismo neoliberal. Hoy es, simplemente, el pan de cada día. ¿Dónde veo yo una diferencia de matiz, pero importante, respecto al programa de la Concertación? Nosotros sí pensamos que hay una tarea ardua por delante para acelerar el potencial de crecimiento de la economía y que es factible crecer al 6%. Pienso que los Gobiernos anteriores, y particularmente los últimos dos de la Concertación, tendieron a pensar que nuestro crecimiento potencial estaba acotado al 4% o al 5% mientras no se hicieran grandes reformas educativas que, naturalmente, son necesarias, pero que dan fruto a largo plazo. Nosotros pensamos que sí es viable ese crecimiento y lo vamos a lograr.
P. De los daños causados por la recesión, el mundo ha pasado a preocuparse por la inflación. ¿Ve peligro de recalentamiento o de que se formen burbujas en Chile y en el resto de América Latina?
R. América Latina atraviesa un momento de gran atractivo para la inversión y para el crecimiento. Estamos cosechando los frutos de haber aplicado políticas fiscales y monetarias realistas, de haber abierto nuestras economías y de haber dado al sector privado un rol preponderante. Eso aumenta la inversión, aumenta el consumo, y la gente es capaz de percibir que los tiempos son mejores y que aumenta el empleo. Y a la vez crea una presión de demanda que puede traer consigo inflación. Si los bancos centrales actúan como deben, y el chileno lo está haciendo, la forma de encarar ese riesgo es a través de una política monetaria que va endureciéndose paulatinamente. Cuando eso ocurre, el problema ya no es la inflación, el problema puede ser la apreciación excesiva de la moneda, y eso es algo que estamos viendo ya ocurrir en varias economías. En nuestro caso, el precio de los productos de exportación, particularmente el cobre, está muy alto. Es cierto que la apreciación puede tornarse excesiva y dañar la capacidad de crecimiento del resto de los sectores exportadores. Eso se observa con más claridad en otros países, como Brasil. El mejor antídoto contra la pérdida de competitividad que causa la apreciación de la moneda es más productividad.
P. España es uno de los grandes inversores en Chile. ¿En qué sectores quedan oportunidades para las empresas españolas?
R. España es el inversor número dos en Chile, después de EE UU. Y la posición de España en Chile tiene múltiples vías para expandirse. Estamos en un periodo de crecimiento que requiere mucha inversión. Necesitamos duplicar nuestra capacidad de generación de electricidad a lo largo de la década, y ahí estamos hablando de hidroelectricidad, de energía termoeléctrica, de fuentes no convencionales, como eólicas... En materia de infraestructuras, donde ya es muy importante el protagonismo de la inversión española, hay un importante programa de inversión en carreteras, puertos y aeropuertos... Pero hay dos áreas más que quisiera mencionar. En el sector turístico, la presencia española es baja, pese a que España es una potencia en turismo. El otro tema es el tecnológico y de innovación: queremos aumentar la inversión de I+D de las empresas a través de incentivos tributarios y hemos creado un programa llamado Start up Chile para atraer a jóvenes que hayan terminado sus estudios. Les damos una beca para que vengan a Chile y den los primeros pasos de sus investigaciones. La idea es atraer una masa crítica de innovadores de todo el mundo. El año pasado fue un gran éxito, con 25 proyectos; ahora aspiramos a unos 300. Animamos a los jóvenes españoles a que participen.
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