Los transgénicos dividen el campo
La Junta autorizará nuevos ensayos con fines científicos en algodón y maíz
El debate sobre la utilización o no de cultivos transgénicos ha irrumpido en la agricultura andaluza. Y lo hace con dos corrientes claramente alineadas: quienes defienden su uso para mejorar la competitividad del campo, Asaja y la UPA entre ellos, y quienes, como la COAG y los productores ecológicos, alertan sobre las consecuencias nocivas para la salud y el medio ambiente o de su choque con la agricultura ecológica, de la que Andalucía es líder en España. Entre medias se encuentra la Administración andaluza que, en sintonía con el ministerio, parece dejar atrás su ambigüedad inicial para hacer guiños a los transgénicos.
La Consejería de Agricultura ha recibido seis peticiones de las empresas Monsanto, Bayer Bioscience y Limagrain para llevar a cabo en el territorio andaluz ensayos con fines científicos con cultivos transgénicos, en concreto con el maíz y el algodón. Las competencias generales en esta materia se rigen por la normativa comunitaria, limitándose las comunidades a autorizar ensayos científicos, en la fase previa al lanzamiento comercial de una variedad. "Se trata de una normativa muy restringida y nos parece bien que sea dura", señala la consejera de Agricultura, Clara Aguilera, que da por hecho que su departamento autorizará estos ensayos. Ya el año pasado, la consejería autorizó cuatro ensayos científicos, tres en el algodón y uno en el maíz.
Monsanto, Bayer, Bioscience y Limagrain solicitan los experimentos
Dos organizaciones apoyan estos cultivos frente al rechazo ecologista
Pero son muchas las organizaciones y colectivos que han pedido a la Junta que declare a Andalucía como zona libre de transgénicos. "Al margen de las consecuencias que estos productos pueden tener en la salud o en el medio ambiente, lo cierto es que resultan más costosos para los productores, debido al incremento del precio de la semilla respecto a las variedades convencionales, a que sigue siendo necesario aplicar productos fitosanitarios y a que los rendimientos de estas variedades no muestran diferencias con respecto a las convencionales", se indica desde la COAG.
En la misma línea, Francisco Casero, presidente del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE) ha remitido una carta a la ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, en la que asegura que la prohibición de los transgénicos "es imprescindible" para defender los sistemas de producción ecológica, en la que Andalucía es líder con más de 875.000 hectáreas. Curiosamente, la Junta destinó el año pasado 4,7 millones para el fomento de la producción ecológica. Casero llama la atención sobre los "innumerables casos de contaminación genética, y daños sociales y económicos" que provocan estos productos.
"Nos venden que los transgénicos son la panacea, pero solo benefician a las grandes multinacionales", dice Isabel Pereira, de Ecologistas en Acción.
Mientras, la patronal agraria Asaja lleva tiempo reclamando a la UE que autorice nuevas variedades de algodón transgénico (que sí se cultivan en países como China, India o Estados Unidos) para combatir las plagas y recuperar la rentabilidad del algodón andaluz. A su juicio, el endurecimiento de la legislación europea sobre productos fitosanitarios ha obligado a retirar del mercado numerosos plaguicidas, pese a que muchos de ellos siguen siendo necesarios. Eso provocó, según Asaja, pérdidas del 50% en la cosecha de algodón en Andalucía.
En los mismos términos se ha pronunciado la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), para quien la autorización de los transgénicos podría acabar con la "situación crítica" en la que se encuentran sectores como el algodón o la remolacha azucarera. "A la sociedad hay que demostrarle que los transgénicos no tienen mayor impacto en el medio ambiente que sus homólogos no modificados", sostiene Javier Fernández, que pide, eso sí, que dichos ensayos cumplan con todos los estrictos requisitos que en la actualidad están aprobados. La UPA recuerda que, según un estudio de la Fundación Antama, el 99% de los agricultores que en 2010 sembraron plantas modificadas genéticamente afirmaron que les supuso un beneficio económico en sus explotaciones, y el 93% volverá a sembrarlos en 2011.
"Biotecnología" para Doñana
Han pasado 12 años desde que se sembraron las primeras semillas de maíz transgénico, que ya ocupa el 25% de la superficie dedicada a este cultivo en España. Quienes apoyan esta práctica en la agricultura resaltan que se ha incrementado la productividad por hectárea y se ha reducido el consumo de agua por kilo producido y el uso de fitosanitarios. Esos argumentos han sido utilizados por Asaja para pedir la implantación de los transgénicos en el entorno de Doñaña con el fin de mejorar la sostenibilidad.
Las fresas, el arroz, el tomate, el algodón, la remolacha, los melocotones, las naranjas, las nectarinas, el viñedo, las aceitunas y algunos cultivos hortícolas han hecho de esta comarca uno de los modelos agrícolas más pujantes de Andalucía. "Apostamos claramente por el empleo de la biotecnología agraria en Doñana e instamos a la Unión Europea a que autorice alguna de las 123 variedades de maíz, soja, colza, algodón u otros cultivos que ya se pueden importar y que consumen habitualmente los ciudadanos europeos, pero que los agricultores de la UE aún no podemos cultivar", se indica desde Asaja.
Dice la patronal agraria que la biotecnología constituye hoy por hoy una "herramienta imprescindible" para solucionar los problemas de un mundo en el que se duplicará la población entre 2010 y 2030, y será necesario producir más en menos superficie. Se calcula que 14 millones de agricultores de 25 países dedican ya a estos cultivos más de 134 millones de hectáreas.
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