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Reportaje:

Radiografía del alma de Picasso

Un centenar de grabados del genial artista malagueño se exhiben en Ferrol

En la antesala de la Guerra Civil española, antes de embarcarse en la ingente pintura del Guernica, Picasso se empeñó en capturar la quintaesencia del arte con un buril y plasmarla en un grabado. Fue su particular forma de fotografiar el alma humana y radiografiar la suya propia para volcarla en docenas de láminas de cobre.

Entre septiembre de 1930 y junio de 1936, Picasso realizó 100 calcografías por encargo del galerista francés Ambroise Vollard. Las llenó con los fantasmas de su universo personal y son el reflejo de su azarosa vida sentimental. El resultado es Suite Vollard, un centenar de grabados del genial artista malagueño que se exhiben desde ayer en las paredes de la Fundación Caixa Galicia en Ferrol.

La muestra es un diario personal de la peor etapa de la vida del pintor
Las calcografías están realizadas entre septiembre de 1930 y junio de 1936

"Es un diario personal de la peor etapa de su vida y una de las mejores colecciones gráficas del arte del siglo XX", destaca Carmen Pérez, coordinadora educativa de la Fundación. Cuenta que la colección completa se exhibió por primera vez en A Coruña hacia finales de los años ochenta y dos décadas después, aterriza en los cantones de Ferrol de la mano de Novacaixagalicia y la Fundación Juan March.

La exposición ferrolana se aleja del cubismo puro que acuñó Picasso en un intento de rescatar el orden clásico del arte griego, al que imprime su particular sello de vanguardia. Está dominada por el naturalismo y la sensualidad de unos dibujos "mucho más expresivos que la pintura" a base de líneas puras y precisas que, en su esencia, reflejan todos los temas que le obsesionaban al artista: la batalla del amor, su taller, Rembrandt y el Minotauro, con que el se identificaba por su doble naturaleza de animal salvaje y humano atormentado.

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De la mano de la caja única gallega, el genio de Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881-Francia, 1973) vuelve a pasearse por Galicia, donde aprendió a dibujar siendo un niño, mientras su padre daba clases en un instituto local. En la escuela coruñesa de Artes y Oficios, Picasso derrochó talento y precocidad perfilando semblantes de ancianos y oficios populares con un realismo feroz e inusual en un niño de 10 años.

A Suite Vollard llegó en su madurez artística, rondando los 50, y ya consagrado como el gran mago de cubismo. "Se adueñó de una técnica que no era la suya y la dominó para expresar todo lo que fluía en su cabeza", explica Rosario Sarmiento, subdirectora de la Fundación. Lo hizo empleando las técnicas más diversas, de la punta seca al aguatinta, e innovó aplicando los ácidos con pincel para difuminar el trazo. Se inspiró en un relato de Honoré de Balzac sobre el eterno idilio del artista y sus musas y en La Metamorfosis de Ovidio.

Los escarceos amorosos de Picasso tienen su hueco en esta exposición que dedica 46 de los 97 grabados a su romance prohibido con Marie Thérèse Walter, una joven menor de edad de la que se prendó cuando todavía estaba casado con la rusa Olga Koklova. Enamorado, pinta desnuda a Thérèse una y otra vez, serena y vital, mientras él se retrata como un Minotauro feroz o el mismísimo Zeus, un dios poderoso con una debilidad incorregible por las mujeres bellas. La colección podrá verse hasta el próximo 22 de mayo.

Láminas de la exposición de grabados de Picasso en Ferrol.
Láminas de la exposición de grabados de Picasso en Ferrol.GABRIEL TIZÓN

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