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Reportaje:

La nueva vida de Sebastian Vettel

El título mundial dispara el caché del alemán y Red Bull teme su marcha a Ferrari

Oriol Puigdemont

Norbert Vettel y su mujer viven en Heppenheim, una pequeña ciudad de menos de 30.000 habitantes al pie de las montañas de Odenwald, al suroeste de Alemania, donde su hijo, Sebastian, nació hace 23 años. Desde el pasado noviembre, sin embargo, piensan en mudarse. "Desde que Seb ganó el Mundial, cada vez son más los que se acercan a casa de sus padres, dan al timbre y preguntan si está su hijo, para saludarle", asegura una fuente cercana al piloto. La vida de Vettel dio un giro inesperado en la última carrera del pasado Mundial de F-1, cuando los fallos de Ferrari propiciaron el título de Red Bull. Vettel se convirtió en el campeón más joven de la historia, el último de sus récords de precocidad.

Su popularidad se disparó y él, un chico que siempre ha preferido mantenerse alejado de los focos, comenzó a sufrir las contraprestaciones de la fama. Hanna, su novia de toda la vida, ha tenido que cambiar de universidad porque no le dejaban tranquila.

Dietrich Mateschitz es el propietario del imperio energético y el individuo que ha convertido una marca de bebidas en una filosofía de la que Vettel es el escudo más representativo. Por el momento, Vettel está condenado a entenderse con el magnate austríaco, que emplea a Adrian Newey, el mago del diseño de monoplazas, para retenerle. El contrato que une al corredor alemán con Red Bull expira a finales de 2012 e incluye una cláusula de renovación que se ejecuta de forma automática si el piloto termina el Mundial entre los tres primeros o si gana un determinado número de carreras. Gran parte del sueldo de Vettel está sujeto a variables, pero, de cualquier forma, el año pasado no ingresó más de 12 millones, una cifra muy por debajo de los más de 20 que Fernando Alonso recibió de Ferrari.

El título ha hecho que su caché se dispare y habrá que esperar a ver cómo maneja Red Bull esa situación y, a la vez, qué fichas mueven las demás escuderías. El campeón nunca ha escondido su intención de recalar en Ferrari algún día, un fichaje que Bernie Ecclestone, patrón de la F-1, también ha vaticinado. "Sebastian correrá para Ferrari algún día, estoy convencido, porque es especial. A estos chavales les pasa lo mismo que a los tenores, que siempre quieren cantar en los mejores teatros del mundo", sostiene Ecclestone. "Pero no dejaremos escapar fácilmente a uno de los mejores pilotos de la F-1", contesta Helmut Marko, el principal asesor deportivo de Mateschitz y el hombre que le reclutó. Este último, por su parte, reconoce que, en caso no poder ofrecerle un monoplaza de garantías, le permitirá marcharse: "Le dejaremos irse aunque tenga contrato en vigor. Seb quiere pilotar para Ferrari algún día. Nuestro trabajo es tratar de impedirle tanto tiempo como podamos que tome esa decisión".

Llegado el momento, será interesante ver qué le pesa más a Vettel: el cariño a la marca que le ha convertido en estrella o la ilusión de enfundarse un mono rojo.

Vettel, ayer junto al garaje de Red Bull en el circuito de Cheste.
Vettel, ayer junto al garaje de Red Bull en el circuito de Cheste.GETTY

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