Vera Mantero por su fuero
Hace unos años José Sasportes, solvente y reputado teórico de la danza portuguesa, comparaba elípticamente a Vera Mantero (Lisboa, 1966) con la Duncan, en cuanto a la singularidad de su cruzada individual, rota por algunos trabajos de grupo que hacen de coadyuvante a su estilo, como la actividad performativa. Ya entonces texto e improvisación hacían parte del cambiante material.
Se presenta en La Casa Encendida con dos solos, el primero ya visto en Madrid: "algo misterioso, dijo e. e. cummings" donde glosa a Josephine Baker y "Lo que podemos decir de Pierre", cuyo fondo sonoro es un registro de Gilles Deleuze desmenuzando (o destrozando, según se lea) un texto de Spinoza. En ambas piezas lo críptico se impone con cierta violencia expositiva, un cinismo sutil despojado de lirismos u otras apoyaturas dramáticas. El primero es un experimento vocal que conserva su estatismo, pero ha perdido impacto. El segundo es un discurso radicalizado por mor de una plástica transversal a la danza-baile versus danza-concepto. Deleuze cierra: "Bueno, no podemos ir más lejos". Es cierto.
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