Rajoy da a Zapatero por amortizado y lanza un discurso positivo sin medidas
El líder del PP pide confianza pero evita detallar sus recortes para no asustar
Si hay algo que aterroriza al PP es el voto del miedo al PP. El hundimiento del PSOE por la política de recortes ha puesto a Mariano Rajoy el éxito en bandeja, y el líder del PP no quiere cometer errores. Y el mayor, explican todos los dirigentes de su entorno, sería alimentar el voto del miedo anunciando la necesidad, que todos reconocen en privado, de recortes aún más duros si el PP llega al Gobierno. Así que el líder, espoleado por las encuestas y un ambiente interno de euforia y unidad, preparó un discurso para el cierre de la convención de Sevilla sin ningún tipo de concreción, ni propuestas ni medidas, pero con muchos mensajes en positivo.
Rajoy ha cambiado el tono. De la crítica feroz de los últimos meses y el catastrofismo sobre la situación económica pasó a no citar siquiera a José Luis Rodríguez Zapatero, a dar por arrancada la campaña electoral -"España tiene sed de urnas"- y a animar a la esperanza: "España no es un caso perdido".
El PP no apoyará medidas del Gobierno sin patronal y sindicatos
Rajoy da al presidente ya por descontado. El trabajo de deterioro de su imagen ya está hecho, señalan en el PP. De hecho, el líder ha cambiado de opinión. Hasta hace poco pensaba que Zapatero se presentaría en 2012. El sábado, en conversación informal con periodistas, dijo que ahora cree que será Alfredo Pérez Rubalcaba el candidato. A no ser, matizó, que la campaña de "humillación contra Zapatero" que él aprecia en el propio PSOE le haga cambiar de idea y presentarse. Rajoy y Zapatero mantienen una buena relación personal que es compatible con una gran desconfianza política.
Amortizado Zapatero, el PP se concentra ahora en no dar miedo, en mejorar la imagen de Rajoy, darle un toque más presidencialista. Y en trabajar ya casi como si estuvieran en el Gobierno. El PP está ahora en todas las negociaciones importantes -reforma de pensiones, del sistema financiero, del mercado energético- y con intenciones de suscribir pactos siempre que los firmen empresarios y sindicatos. La etapa del no a todo ha quedado atrás, aunque Rajoy quiere que en los acuerdos estén patronal y centrales para no asumir él con el Gobierno el coste de medidas impopulares.
Lo que más le preocupa al líder del PP es que vuelva la imagen de su partido como alguien de quien tener miedo. En las reuniones internas se habla de que en los primeros seis meses de Gobierno a Rajoy le harán un par de huelgas generales por las medidas impopulares que tendrá que tomar. En la entrevista de EL PAÍS Rajoy ya apuntó que le gustaban las medidas durísimas de David Cameron. Pero de la experiencia del inglés el PP ha aprendido que aclarar esas medidas antes de ganar puede provocar una derrota o una victoria ajustada, como le pasó a Cameron. Por eso, y pese a que admitió indirectamente que harán falta más recortes, Rajoy pidió confianza en él y matizó mucho: "No serán sacrificios inútiles como los de ahora y tampoco serán los más débiles quienes los soporten".
Rajoy lanzó insistentes mensajes de tranquilidad para los sectores más desprotegidos de la sociedad, a los que intenta convencer de que el PP no es su enemigo. "La solidaridad y la justicia social no son, como algunos pretenden, patrimonio de ninguna fuerza política. Si acaso pueden ser patrimonio de aquellos que saben gestionar la economía".
El discurso no hizo vibrar al auditorio, ni probablemente lo pretendía, al contrario que José María Aznar el viernes. Rajoy y su entorno tienen claro que no pueden hacer de él un líder carismático, y se concentran en la imagen de persona seria, que no da miedo. En un vídeo emitido ayer en el que se le ve paseando por los alrededores de su casa, él mismo sentencia: "La gente normal puede hacer cosas extraordinarias".
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