Los edificios fantasma
Turís, en la Ribera Alta, siempre ha sido un pueblo pequeño. Pero mientras su población apenas varió durante los años noventa, en la última década su población pasó de 4.700 a 6.500 habitantes, lo que representa un incremento del 38%. Buena parte de ese aumento se produjo gracias a la llegada de inmigrantes que trabajaban en la construcción. A algunos de ellos podía vérselos ayer sin mucho que hacer, sentados en bancos y paradas de autobús.
En Turís, como en otras muchas zonas del territorio valenciano, se construyó mucho. Las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria (y de las trampas urbanísticas cometidas que impiden ahora habitar las nuevas viviendas) puede verse hoy en la calle principal que une la población con Godelleta y, más allá, con Valencia. Se trata de edificios terminados pero con todas las persianas bajadas, los cristales sucios de polvo y los bajos cegados con ladrillos. Los hay también que se quedaron sencillamente a medio hacer. "They ran out of money" (se quedaron sin dinero), comentaba ayer una pareja de británicos jubilados que pasaba por delante de uno de ellos, en la avenida de las Cortes Valencianas de Turís.
Con su demanda, los jubilados de la UE estimularon la construcción de viviendas. Y, según afirmaban ayer algunos vecinos, algunos salieron igual de escaldados que en Montroi, donde las presuntas estafas a extranjeros motivaron la imputación del alcalde y su predecesor, del PSPV y el PP respectivamente.
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