En busca de una nueva silueta
La pasarela masculina inaugura la semana de Milán esforzándose en proponer novedades - Riesgo en las proporciones, movimiento y color son las claves
¿Que llevarán los hombres el proximo otoño? Abrigos cortos, tejidos con cuerpo, prendas de punto, pantalones diferentes, cuadros y ropa de color.
Con un desfile que rendía homenaje a los hombres del tiempo, el británico Christopher Bailey convirtió la pasarela de Burberry Prorsum en un falso exterior azotado por el viento. Era una excusa para mostrar una brillantísima colección urdida casi exclusivamente a base de prendas de abrigo y pantalones pitillo. El abrigo corto o el chaqueton tres cuartos, en un largo que nunca baja de la rodilla, son los estrellones de la colección, en patrones cercanos al cuerpo, con hombros caídos y espaldas levemente despegadas, como si realmente el viento las llevara hacia atrás.
Los detalles como martingalas -esos cinturones que solo están en la espalda- en todas las medidas y posiciones, solapas y cuellos de piel son un alarde de recursos creativos. Los tejidos son gruesos, como corresponde a las prendas de exterior, y el motivo estampado, los grandes cuadros de leñador, que se revelan incombustibles. Color sin complejos a base de naranja quemado, amarillo limón, fresa, verde loro o azulón. Al final llovió sobre la pasarela, pero a los modelos no les importaba: una capa de plástico transparente con ribetes negros y generosa capucha les protegía del chaparrón, mientras sus zapatos con suela de goma les salvaban el charco de la pasarela. Lo nunca visto del tema es que inmediatamente después de terminar el desfile, la colección se puso a la venta en la web de la marca (www.burberry.com), gracias a un nuevo invento tecnológico que se llama click to chat. Habrá que ver qué tal resulta, porque si venden ahora la colección del próximo otoño, en octubre, ¿qué venderán?.
El color como vitamina es la receta contra la crisis del disenador Raf Simmons, el director creativo de la marca Jil Sander. Ya lo recetó en verano en una depurada y poética colección, e insiste en el remedio. No todos sus tonos son chillones, aunque el rosa fucsia o el naranja si lo son, pero es la mezcla entre neutros, con toques fuertes inesperados, lo que da novedad a la paleta. Trajes de lana de cachemira o de angora en doble faz, hechos de chaquetas minimalistas que siguen la silueta y pantalones rectos o pitillo, contrastan con las prendas de abrigo como trenkas y gabardinas en tejidos con relieve que parecen acolchados pero no lo son y que vuelan alrededor del cuerpo creando una geometría que flota y nunca aprieta.
Dolce Gabbana tituló como Sastreria excéntrica lo que debió llamar Sastrería canalla. Su desfile, que tuvo como inspiracion al Brian Ferry de los años de Roxy Music, presente en primera fila y en la banda sonora, tuvo algo de glam en las chaquetas de lentejuelas o en el rojo de las sedas, pero en realidad profundizó mucho más en la búsqueda de una nueva silueta. Se diría que la pareja de diseñadores está revisando sus patrones, y el fruto del esfuerzo es un nuevo dúo de chaqueta y pantalon. Estas, se acercan al cuerpo y se acortan, perdiendo volumen en los hombros, y el pantalon es ancho arriba y estrecho en los bajos, que a menudo van con vuelta. Con pinzas y caídos, con bolsillos laterales, y el tiro un poco largo, el pantalón es relajado, más propio de un adolescente canalla que del macizo perdonavidas al que nos tienen acostumbrados. Precisamente de macizos va el libro Uomini, que ha fotografiado Mariano Vivanco para la marca y que se presentó en una concurrida fiesta en la tienda de hombre de Dolce&Gabbana. Mientras de las paredes colgaban los desnudos en blanco y negro, por debajo transitaban, vestidos, los modelos. Algunos de ellos, se entiende, un poco cortados.
Ermenegildo Zegna puso la tecnología en marcha en una presentacion en live streaming y en tres dimensiones que consiguióo hacer creer que sus modelos alcanzaban la pasarela desde la Gran Muralla China. La marca celebró así sus 30 años de presencia comercial en China.
Por su parte, Roberto Cavalli se recreó a sí mismo a los 20 años y vistió a sus modelos con pantalones de campana, chaquetas entalladas y pañuelo anudado al cuello. Sus bellos modelos recordaban a un Helmut Berger en los años setenta, no faltó ni el sombrero de ala ancha. Un toque, el del sombrero, que también dio Salvatore Ferragamo en su desfile dominical. Un paleta de colores maravillosamente gestionada mezcló tonos extraños como verde esmeralda, oliva, azul cobalto y azul petróleo, con la traza de un camaleón.
Industrial es el título que Girgio Armani dio a su desfile de la línea Emporio Armani. E Industrial fue el estilo del calzado, en charol brillante o cuero, pero siempre con suelas de goma. Las prendas sin embargo, eran más deportivas que industriales, aunque con muchas referencias a la vida urbana. Cerró el desfile con un grupo de modelos en traje negro, camisa blanca con corbata negra y abrigo negro por encima que recreaba con acierto la quintaesencia de la elegancia italiana.
Cuando se tiene un conocimiento del oficio el que tienen en los talleres de Bottega Veneta, y a un diseñador con tan buen gusto como su director artístico, Tomas Maier, los ejercicios de estilo suelen dar una lección. Del análisis de cómo se pueden hacer las prendas de siempre de una forma nueva ha salido un desfile en el que los tejidos exclusivos se han puesto en valor, las siluetas estrechas y los hombros naturales han parecido acogedores y la paleta de colores ha cruzado con destreza los oscuros con los vibrantes.
Marni es la marca relajada que diseña Consuelo Castiglione. Lejos de ir con las tendencias, posee un mundo propio, entre romántico y funcional, que cruza lo duro con lo suave y lo retro con lo futurista. La colección que presentó en Milán tenía suaves jerseys gordos de angora, pantalones con pinzas de pana gorda y chaquetones de paño de lana en doble faz. También tenía un traje que no era (era un mono entero) y zapatos de cordones con suela de goma. Toques de humor con prendas de supevivencia, seguramente una buena fórmula para resistir. Ahora mismo, es lo que necesita el negocio de la moda.
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