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Vulcano suspende pagos con una deuda de 85 millones

El astillero vigués espera concluir el único pedido que tiene

María Fernández

La cuenta atrás estaba marcada desde que su filial Factorías Juliana entró en liquidación. El astillero Vulcano presentó oficialmente ayer la solicitud para declararse en concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos) en el juzgado Mercantil de Vigo. Tiene una deuda de 59,3 millones de euros con su filial asturiana, otros 18,1 millones con la armadora PGG, que canceló dos buques por incumplimiento de plazos y 7,4 millones sin pagar a las empresas auxiliares. Salir del atolladero con un pasivo de 85 millones no va a resultar fácil, como reconoce su primer ejecutivo, José Domínguez, pero está convencido de que los trabajadores pueden levantar la empresa. Lo más inmediato que tiene sobre la mesa Vulcano es el único contrato en pie, con la armadora noruega Rieber, para el que la Xunta facilitó la financiación. Resolverlo supone tener carga de trabajo hasta, por lo menos, el otoño próximo. Lo segundo más urgente es presentar a los acreedores una propuesta de convenio que acepten. Hasta ahora no lo han conseguido.

Lo que sí está pactado es que los 130 trabajadores de plantilla comenzarán un ERE rotatorio de un año, por lo que cada mes trabajará una media de 40 personas. Junto a eso la empresa ha pactado la congelación salarial en 2010 y 2011 y el aplazamiento del cobro del 21% del salario hasta la entrega del buque sísmico para Rieber. Con esas medidas, Domínguez muestra "plena confianza", para superar con éxito el concurso. La mayor parte de la deuda tiene su origen en las cancelaciones de dos barcos provocadas por los retrasos en la construcción en Factorías Juliana (Gijón), que está en liquidación. En Vigo no quieren correr la misma suerte. "Que nadie crea que si desaparece Vulcano hay más trabajo para los demás. Todo lo contrario porque, por una parte cada constructor tiene cuotas [de producción] y por otra porque estamos en un mercado global. Los armadores buscan la mejor oferta en astilleros de todo el mundo. Para eliminar competidores tendrían que desaparecer cientos de astilleros".

El efecto dominó de la crisis sobre el naval gallego comenzó cuando M. Cíes, un constructor vigués más pequeño, quebró. Factoría Naval de Marín rozó poco después la suspensión de pagos, de la que se salvó extrajudicialmente con un acuerdo con los proveedores. La crisis de Vulcano encendió todas las alarmas, y la Consellería de Economía tuvo que intervenir para evitar una catástrofe. Hijos de J. Barreras, aparentemente el más fuerte por su cartera de pedidos, tuvo que echar mano de un ERE temporal y le queda poco para agotar su cartera de pedidos. En el segmento de yates, Rodman Poliships también ha adoptado la misma medida.

Al mismo tiempo que presenta el concurso, el astillero se ha puesto a trabajar en un plan de viabilidad que salve la empresa. "Se fundamenta en la futura contratación de dos nuevos buques por los que el armador noruego Rieber ha manifestado su interés", dicen en la dirección.

No es la primera vez que Vulcano presenta un concurso de acreedores. En 1998, con Fernando Santodomingo al frente de la empresa, salió de una situación similar con una deuda de 11.000 millones de pesetas porque se retrasó en la construcción de un quimiquero. Tras un accidente, Santodomingo dejó la gestión, ahora en manos del director comercial y el director financiero.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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