Confusa puesta en escena en A Coruña de la propuesta sinfónica de Michael Nyman
Michael Nyman cumplió su deseo de oír tocar su música sinfónica a un conjunto español. La Orquesta Sinfónica de Galicia afrontó el reto, físicamente importante, de tocarla. Ya desde A dance he little thinks of Josep Vicent, que dirigía la OSG, no logró una correcta disposición de planos sonoros, con el resultado de un sonido realmente confuso por ausencia de gradación, equilibrio dinámico y cuidado del timbre. Tanto, que hizo mate el sonido normalmente sedoso y argentino de los violines de la Sinfónica. En la segunda sección de la obra, los delicados armónicos del solo de violín del concertino no llegaron a oírse, sólo se vieron, literalmente, por el movimiento de su arco. Por encima de la masa sonora del conjunto, apenas se llegó a distinguir el vibráfono y el siempre penetrante y normalmente delicado sonido del glockenspiel.
La primera parte se completó con Water dances, ejecutada por la Michael Nyman Band, con su titular al frente desde el piano. Una sucesión de cuatro acordes de armonía bien clásica, tocados en fortísimo por éste, fue seguida por el conjunto. Luego, solo hubo un lento ritmo cuaternario, nerviosa y monótonamente subrayado por los diferentes instrumentos -también y especialmente por el piano- en una indefinida repetición de divisiones y subdivisiones únicamente interrumpida por bruscos cambios de potencia sonora. Y así hasta cinco largos movimientos.
En la segunda parte, Musique à grande vitesse (MGV), encargada en 1993 para conmemorar la inauguración de la línea de alta velocidad París-Lille. La obra no resiste la comparación con otras músicas industriales y menos con Pacific 231 de Honeger. Pero tampoco con cualquiera de la corriente minimalista de verdadera calidad, como tantas piezas de John Cage o Philip Glass. Obras con un equilibrado reparto de las masas sonoras, transparencia orquestal y adecuado desarrollo en el que surgen siempre motivos melódicos y pequeños detalles. O cambios dinámicos de gran sutileza, bien lejos del insufrible fortísimo final de MGV.
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