La innovación cabe en la palma
La empresa alavesa de herramientas de mano Ega Master ve reconocida su apuesta por la calidad total
Cuando a finales de 2008 los cimientos de la economía mundial se tambaleaban tras la caída del banco de inversión Lehman Brothers, ellos realizaban un cuatrimestre de récord. Ahora que la mayoría del tejido industrial vasco busca nuevos mercados para compensar el descenso en la cartera de pedidos, ellos ya colocan los suyos en más de 150 países. Con algo más de un centenar de empleados y delegaciones en cuatro continentes, la empresa alavesa Ega Master ha logrado forjarse una reputación mundial como fabricante de herramientas de mano para profesionales.
A principios de diciembre, sus responsables recibieron en coincidencia con la Cumbre Iberoamericana celebrada en Mar del Plata (Argentina) el premio a la excelencia empresarial entregado por la Fundación Iberoamericana para la Gestión de la Calidad (Fundibeq) y la Secretaria General Iberoamericana, que dirige Enrique Iglesias.
La compañía exporta el 85% de su producción a más de 150 países
La compañía, que ha encadenado varios galardones de primera fila, entre ellos el premio Príncipe Felipe a la competitividad, ve así recompensada su apuesta por la calidad total, una filosofía que implica buscar mejoras constantes en todos los ámbitos de actuación de la compañía y que inició a mediados de los noventa. "La medalla de oro a la excelencia empresarial es algo así como la Champions League", explica su director general, Aner Garmendia, quien desgrana las claves de su éxito por teléfono desde Buenos Aires, donde está realizando varias visitas a clientes.
Ega Master nació a principios de los noventa. Su especialidad es la herramienta de mano para sectores como la minería, el petróleo, el gas o la automoción, entre otros. Una de las premisas, explica su directivo, es que la firma se centre en los ámbitos en los que es capaz de añadir valor y dejar en manos de otras compañías las demás tareas. Su capacidad de innovación le permite mejorar márgenes y no entrar en guerras de precios, en las que siempre habrá alguien dispuesto a bajar más el listón.
Garmendia destaca que, en general, se suele confundir la innovación con la I+D. "La imagen que tenemos es la de grandes multinacionales con ingenieros y científicos en bata blanca, encerrados a ver si se les enciende la bombilla, pero se puede innovar en todos los ámbitos: estrategia, alianzas, recursos, procesos, gestión de personas,... Las pequeñas mejoras incrementales son algo al alcance de las pymes", asevera.
La internacionalización parece aportar múltiples ventajas: Ega exporta el 85% de su producción a más de 150 países, algunos tan exóticos como Papua Nueva Guinea, Brunei o Sri Lanka. "Esto nos permite diversificar riesgos, pero además activa los mecanismos de evolución y adaptación en la empresa. Tienes que competir con las firmas locales de cada país. Estar presente en tantos mercados permite tener antenas en todos. Así, vamos dos pasos por delante de la competencia", resalta Garmendia.
Sin dormirse en los laureles
El director general de Ega Maste, Aner Garmendia, cree que no es casualidad que su compañía haya capeado la mayor crisis desde 1929 sin un solo día en Expediente de Regulación. Aunque en 2009 sufrió una caída de ventas cercana al 10%, optó por mantener la plantilla. Hoy ha crecido en número de empleados y prevé cerrar 2010 con un incremento de la facturación del 20%. "A diferencia del sector de la construcción, en las empresas industriales es muy importante mantener personas y la coherencia, porque en cuanto la economía repunta, ese conocimiento es necesario para salir adelante con fuerza", incide. Aunque no quiere dar demasiados detalles sobre las cuentas, explica que la firma maneja un volumen de negocio aproximado de 12 millones de euros.
El proceso de mejora continua implica someterse a evaluaciones externas, con la elaboración de indicadores que permitan hacer mediciones mensuales de cómo van las cosas. Los objetivos pueden ser, por ejemplo, reducir el tiempo de entrega de un producto de cinco días a tres. Si no es posible, se estudian las razones en detalle. "Esa mejora continua te hace competitivo de forma sostenible, porque no basta hacer las cosas bien. Si te duermes en tus laureles, dejarás de serlo, porque la competencia se mueve", resume.
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