Diseño hasta en el 'wok'
Un chino y una pescadería de cuidado interiorismo. Sofisticación y calidad en las mesas barcelonesas
Una de las características que han definido la oferta hostelera de Barcelona durante los últimos veinte años ha sido la capacidad de convertir cualquier tipo de negocio en un entorno para el diseño. Así, una de las tendencias más recientes es la conversión de los espacios consagrados a la cocina marinera en lugares rebosantes de apuestas estéticas, algo hasta hace bien poco reservado a los restaurantes japoneses, que parecían poseer el monopolio del diseño y la seducción en lo que a frutos del mar se refería.
Cocina marinera
Si FISHOP (Passeig de Gràcia, 55; www.grupofishop.com) nos enseña que hasta una pescadería puede convertirse en un espacio cool, SALMERO 78 (Passeig Joan de Borbó, 78; unos 30 euros por comensal para comer) es la apuesta joven y de diseño de los dueños de CA LA NURI (paseo Marítimo de la Barceloneta, 55), uno de los clásicos de la cocina marinera de la ciudad. Lo clásico o lo destartalado, antaño prácticamente las únicas opciones estéticas a la hora de comerse unas cigalas o un arroz senyoret, están dando paso a una serie de locales como BIG FISH (Comercial, 9; aproximadamente 40 euros), un espectacular restaurante alrededor del pescado que va más allá del cóctel y el sushi tradicionalmente asociados al diseño y dota de valores estéticos modernos a la marinería mediterránea en un espacio que recuerda el interiorismo de ese hito aún no superado que es el Hotel Pullitzer (www.hotelpulitzer.es; Bergara, 8).
Palillos de primera
Parecida labor es la desarrollada por LA XINA (Pintor Fortuna, 3; unos 35 euros), el restaurante oriental del Grupo Tragaluz, que llega para hacer algo de compañía a los pocos restaurantes chinos de la ciudad que apuestan por la gastronomía del gigante asiático desde la calidad y la estética y no desde el interiorismo de bazar y la ternera cortada en pedazos minúsculos.
Lejano y cercano
La gastronomía estadounidense jamás ha sido demasiado respetada, siendo la oferta tan anémica que Hard Rock Café sigue pareciendo una opción de lujo. THE PINK ELEPHANT (Villarroel, 82; unos 30 euros) es un espacio estéticamente muy bien resuelto, entre lo barroco y lo setentero, que ofrece cocina norteamericana moderna pero contundente y una fantástica barra de cócteles. En la misma línea que éste, pero sin reivindicar ninguna gastronomía denostada, sino más bien ahondando en eso que llaman cocina moderna, está NEW OVEN (Gran Vía, 674; unos 30 euros). Es la versión céntrica del desaparecido Oven, ese espacio de diseño minimal llamado a marcar un hito en la ciudad y a convertir el Poble Nou en el Soho neoyorquino que cerró sus puertas en silencio. Ahora apuesta algo menos por las tendencias -fiestas afterwork, disc jockey...- en su nueva localización, en un código postal menos revolucionario. VALUART (Tuset, 3; unos 45 euros), en la zona alta, es la versión maximalista y algo más sofisticada de esta misma aproximación, un local sorprendente y muy bien resuelto.
Sin salir del hotel
En la liga de los restaurantes en hoteles, que ya casi es una categoría en sí misma, MOMENTS en el Mandarin Oriental (Passeig de Gràcia, 38; unos 115 euros) y de la mano de Carme Ruscalleda y su hijo Raul Balam, y DOS CIELOS (Pere IV, 272; aproximadamente cien euros), en la planta 24 del Hotel Me son tal vez las dos apuestas más relevantes de los últimos tiempos.
Mesa y bodega
Mientras, frenada un poco la obsesión por los restaurantes de cocina pequeña y gran bodega que pareció tomar la ciudad hace un lustro, MONVÍNIC (Diputació, 249; unos 50 euros) es una enoteca y restaurante de grandes ambiciones y grandes resultados.
'Delicatessen' / Me lo llevo
Barcelona es un paraíso para comprar delicatessen. Baje al mercado de la LA BOQUERÍA (plaza de la Boquería; www.boqueria.info) y vea. Pero hay otras pistas. QUILEZ (Rambla Catalunya, 63) reúne más de 5.500 productos en uno de los espacios más fotografiados de la ciudad. CAN RAVELL (Aragó, 313) añade a sus productos selectos un restaurante. CAELUM (De la Palla, 8) vende quesos, pastas y vinos elaborados en conventos de clausura. LA SUISSA (Major de Sarrià, 1) es otra tienda moderna, discípulo aventajado de la tendencia iniciada por la neoyorquina Dean De Luca. Un italiano: IL MAGAZZINO (Londres, 103). Y FISHOP (passeig de Gràcia, 55) es una impresionante pescadería, tienda de selectos frutos del mar, vinos y conservas, restaurante y club secreto.
Chefs con estrella / Marcas blancas
Los grandes chefs se han convertido en grandes marcas. Y han abierto segundas líneas de negocio, algunas con voluntad popular. Carles Gaig aterrizó en el HOTEL CRAM (Aragó, 214) y en la FONDA GAIG (Córcega, 200), y ahora en un lugar donde reproduce con estilo y sin coartadas la tradición culinaria catalana. Abre restaurante en la T1 del aeropuerto de Barcelona. Carles Abellán se democratizó por la tapa en TAPAÇ 24 (Diputació, 269), apeló a la memoria histórica en VELÓDROMO (Muntaner, 213), se apuntó a la modernidad más polémica con el restaurante del HOTEL W (plaza de la Rosa dels Vents, 1), donde posee una de las mejores cartas de ternera de la ciudad, y planea abrir restaurante en un concesionario de Harley Davidson. Sergi Arola volvió a su ciudad con el AROLA (hotel Arts; calle Marina, 19-21), y Paco Pérez celebró su estrella Michelin en el mismo hotel con su ENOTECA. Paco Guzmán creó EL SANTA (Meridiana, 2), un lugar donde las tapas de su mítico SANTA MARIA (Comerç, 17) se hacen acompañar de deliciosos principales y diseño de inspiración neoyorquina.
Producto / Superbravas
No diga patatas bravas, diga TOMÁS (Major de Sarriá, 49). El celebérrimo bar de Sarriá es un icono gastronómico. Y es que todas las ciudades tienen sus establecimientos en los que, si se entra, no se puede salir sin haber probado su producto estrella. Si en el Tomàs son las bravas, en CAN SOLE (Sant Carles, 4; unos 45 euros) es la paella. Muy cerca, el mítico SET PORTES (paseo de Isabel II, 14; unos 40) compite en la misma liga. Si puede usted ser feliz con una patata empanada rellena de carne y salsa brava, vaya a LA COVA FUMADA (Baluard, 56), la taberna en la que se inventó la bomba de patata. Para sushi se impone el SHUNKA (Sagristans, 5; unos 35 euros). Para la ensaladilla rusa, ALASTRUEY (Mercaders, 24). Y para croquetas, PINOCHO (Mercat de la Boqueria, puesto 466-470).
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