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Columna
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Panxoliñas para una crisis

Deus nace galego: Ay! Se nosso Deus galego se faze / vamos a cantar á chozinha em que nace / Ay! Se a sua May é de Compostela, / vamos a cantar fermosa galega / Todo galeguinho toque charumbela / Que o menino bello é da nosa terra. / Façamoslle todos a dança galega / Que está desnudinho e chora e tembra / Pois nace en Galiça, á falda da serra, / galego se faze é da nosa terra.

Siendo el arzobispo de Santiago abad perpetuo del Convento de la Encarnación en Madrid, era lógico que entre las primeras panxoliñas en lengua gallega que desde allí se difundían (que no eran las únicas) diesen por bueno que el mismo Dios y su madre la Virgen eran gallegos ("pouco vá de galileo a galego", se dice en Lisboa), cuestión esta que, aunque indemostrada de forma fehaciente, es muy probable, pues es sabido también que las rías gallegas fueron una imposición de manos del mismo creador. La madre del niño era de Compostela, como el mismo niño, y aquí se cierra el ciclo de mi natural humildad como compostelano: jamás presumí de esto que ahora comunico, pero siendo Nadal y Noiteboa es bueno recordar estas verdades que he ido refrescando y rastreando en los trabajos de Carlos Villanueva y Rosario Álvarez, dos ilustrados de la panxoliña y el villancico.

Amenazada por el feísmo y el cemento, esta tierra camina con cierta prisa hacia la vulgaridad

Siendo la luz la protagonista del solsticio de invierno que, frente a lo que suele oírse, no es el triunfo de las sombras sino el comienzo de la recuperación de la luz, y siendo la luz el centro del momento, y siendo así su recuperación el argumento del invierno, es más que probable que esa resurrección de la luz lo vaya siendo también de nuestras economías, que deben comenzar a darnos buenas noticias con la misma progresión de la luz, que entonces sería más que un fenómeno físico: es metáfora del nuevo Rexurdimento que, a no tardar, vendrá para este pueblo, que siendo el mismo de la madre de Dios y de Dios mismo, no ha tenido un trato preferente en estas cosas de los dineros y tampoco de otras.

Que la sagrada familia fuese compostelana quiere decir, entre otras muchas cosas, que hablaba gallego (entendámonos: el gallego de entonces, más parecido quizá a una primigenia lengua celta que a latín alguno). No es muy importante tampoco que no existiese Compostela: hablamos del lugar físico, del castro que nos mira desde siempre. Todo cuadra. Que hablase gallego debe ser un estímulo para quienes llamándose cristianos aún no han iniciado su particular camino privado de recuperación de su lengua. Queda dicho para quien quiera oír.

Y siendo Noiteboa fecha de paz y esperanza, y esperando que 2011 cambie el signo de nuestra economía, rompo también un pichel de picheleiro (provenzal: pichier, jarra alta con tapadera unida al asa) de los que se hacían en Compostela, lo rompo, digo, a favor de que se confirme una extensa, profunda e imparable recuperación de la versión latina de la lengua gallega, nuestro gallego de hoy, que aunque no es el que hablaron la madre y el niño, es una hermosísima lengua que nos da vida como pueblo.

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Y puestos a pedir, recordarle al compostelano y a la compostelana del alto cielo que esas rías y esos parajes que tanto debieron amar, por nacimiento y objetiva belleza, no pasan por su mejor momento. Amenazados sin tregua por el feísmo y el cemento, ejecutadas esas amenazas en numerosos lugares, esta tierra camina con cierta prisa hacia la vulgaridad aceptada y consensuada. ¿Quizá se arregle con un rayo implacable de lo alto? ¿Una pandemia divina sobre los culpables? ¿Quizá su súbita conversión en sapos? Dejo la iniciativa a quien corresponde, sin que ello me impida dar ideas.

Bo Nadal e Aninovo para todos.

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