No es un acontecimiento aislado
Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, ha sido nombrado Persona del Año por la revista Time. Mientras, Julian Assange, el jefe de Wikileaks, encabezó la encuesta asociada de los lectores. Una cierta arrogancia y elevadas dotes para la codificación no son los únicos paralelismos entre los dos. Ambos también lideran el ataque tecnológico a la privacidad. Sus organizaciones tienen diferencias evidentes en magnitud y propósitos. Facebook tiene más de 500 millones de usuarios y es rentable. Su objetivo es dar a la gente "el poder de compartir". Wikileaks es una pequeña organización sin ánimo de lucro que cree en "revelar las injusticias ocultas y censuradas". Pero las dos organizaciones comparten la devoción por la idea de que cuantas más cosas se hagan públicas, más se beneficia la sociedad.
El intercambio de información personal que permite Facebook facilita mantener el contacto con amigos que viven en el extranjero o encontrar colegas apicultores en Brooklyn. Wikileaks, por el contrario, fomenta explícitamente las "filtraciones" de importancia ética, política e histórica y, como se ha podido apreciar, incluso los secretos de Estado, con la esperanza de reducir la corrupción y aumentar la responsabilidad política.
Saber si tanto Facebook como Wikileaks estarán a la altura de las esperanzas divergentes pero similarmente idealistas de sus líderes es cuestionable. Las actualizaciones de estatus adicionales pueden acercar a los amigos o puede que solo les irrite y el intercambio de datos personales en Internet puede revelar más de lo que es recomendable. Asimismo, el hecho de hacer públicos los informes de las Embajadas puede arrojar una luz desinfectante sobre el papel de un Gobierno en los acuerdos turbios o puede minar los esfuerzos para prevenir conflictos perjudiciales y poner en peligro a los agentes secretos.
Ambas organizaciones están adquiriendo categoría y por eso son líderes, como ponen de manifiesto las elecciones de Time. Sin embargo, esta puede ser su época dorada. La tecnología hace que sea mucho más difícil mantener las cosas ocultas o silenciarlas una vez que se han hecho públicas. Pero es probable que el coste de sacar a la luz cuestiones antes privadas sea cada vez más evidente. Es probable que incluso Zuckerberg, que parece relativamente inofensivo y que controla ahora una enorme cantidad de información personal, se enfrente a las exigencias de una mayor responsabilidad por parte de los usuarios de Facebook. Assange, por su parte, ha optado por provocar a los Gobiernos y a las grandes empresas.
Pero tanto Facebook como Wikileaks están a la vanguardia de la explotación del poder de Internet para recopilar y difundir información que antes era confidencial. Cualesquiera que sean las restricciones que se impongan a cada modelo, el genio está fuera de la lámpara. La privacidad ya es la Persona del Año Pasado. -
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