María Jesús San Segundo: inteligencia y buen hacer
Con la discreción que la caracterizaba se nos ha ido María Jesús a los 52 años. La conocí en 1990 cuando vino a la Carlos III como profesora titular de la mano del profesor Juan Urrutia, el brillante impulsor de los Estudios de Economía en nuestra universidad. La profesora San Segundo era amable y competente, y ya colaboró con los Gobiernos de Felipe González en los temas de su especialidad, la Economía de la Educación. Ya en aquella ocasión demostró su competencia y su eficacia. Sus virtudes cívicas y profesionales eran evidentes y consideré como rector que debía incorporarla a mi equipo de gobierno. Fue vicerrectora de Estudiantes y Convergencia Europea y trabajó con gran conocimiento de los objetivos a alcanzar y las fortalezas a impulsar. En aquellos años nos conocimos mejor. Despachábamos todas las semanas y allí pude constatar su gran capacidad intelectual, su pragmatismo y su buen hacer. En aquel periodo consiguió la tranquilidad y la colaboración de los estudiantes y también orientar y preparar a nuestros estudios para la futura integración en el espacio académico europeo.
Cuando se acercaron las elecciones de 2004, el secretario general del PSOE nos incluyó a ambos en un grupo llamado de "notables" para asesorarle y acompañarle en las elecciones. Después de la victoria electoral y del terrible trauma del 11 de marzo, formó parte del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como ministra de Educación. Como había sido colaboradora mía durante un largo periodo muchos me atribuyeron la paternidad del nombramiento e incluso con buen humor el apelativo de San Primero. Pero ese origen de su nombramiento no era cierto. La verdad es que un día cuando el contacto con el presidente "in péctore" era frecuente, para la preparación del futuro gabinete, en una reunión me sorprendió con una pregunta: "¿Qué te parece María Jesús San Segundo como ministra de Educación?". No lo esperaba, pero le di mi opinión muy favorable. En sus dos años de ministra sacó adelante la LOE y una modificación sustancial de la LOU. Cuando cesó seguí su "íter" como embajadora de España ante la Unesco, tarea que desempeñó con su pulcritud y buen sentido habitual y donde disfrutó mucho en su trabajo.
De repente cortó los contactos. Supe en París de su enfermedad y comprendí su silencio. Era solitaria, aunque tenía muchas relaciones y amigos, pero no quería compartir su tristeza ni la terrible desgracia que acabaría con ella. Era orgullosa y no quería aparecer derrotada y sin fuerzas. Esos tiempos los pasó sola con sus padres y su hermana Rosa, otra excelente colaboradora de la Universidad Carlos III. Descanse en paz esta mujer enérgica, aparentemente distante, sencilla y competente, con gran fondo de ternura. Una espléndida profesional de la economía. Será muy difícil olvidarla.
Gregorio Peces-Barba es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
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