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Tentaciones
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Entrevista:MÚSICA

The Ting Tings contra la memez pop

Katie White y Jules de Martino, del dúo británico The Ting Tings, no son ni han sido pareja. Que quede claro. "No nos liamos. Y al contrario que en The White Stripes, no hay papeles de divorcio", asegura la mitad femenina del grupo reprimiendo la carcajada. "Nos vemos en el aeropuerto, de madrugada, y supongo que no ofrecemos un aspecto muy seductor. Nos llevamos bien, hemos pasado por mucho juntos. Alguna vez nos mosqueamos en el escenario y entre canciones nos mandamos a la mierda. Pero no llegamos al nivel de peleas de Oasis".

Son las 9.00 en Londres y los nuevos temas de The Ting Tings suenan en un portátil. A una hora en la que la mayoría de los músicos apenas se han acostado, White, de 27 años, y De Martino, de 41, están de un buen humor sobrenatural. Él está pensando en mudarse a Murcia con el resto de su familia y de cuando en cuando aprovecha para practicar su fluido español. Pero es White —con medias de encaje y boina— la que dirige las respuestas.

"Los artistas en Berlín son genuinos. No fantasmas como en Shoreditch, Londres"

Su segundo trabajo, Qunst (del que se extrae su pegadizo Hands, número uno en el Billboard Dance de EE UU), saldrá en marzo y funciona como una lista de reproducción de MP3 sin hilo conductor. "Algunos álbumes son para poner mientras se cena. Nosotros queríamos hacer lo contrario, queríamos involucrar. Por otra parte, es nuestra versión de la cultura de la impaciencia que vivimos". Entre los cortes hay guiños al electro ochentero, a Pet Shop Boys y Joy Division, y un

homenaje al grupo de r'n'b femenino de los noventa TLC: "Tendemos a hacer lo contrario de lo que se supone cool. No a propósito, simplemente no intentamos molar, ni ser listillos". Y al contrario que en su primer trabajo, We started nothing, White canta esta vez de una manera convencional. "Antes sentía la necesidad de berrear. Iba a muchos clubes de lesbianas en Manchester donde ponían a bandas como Le Tigre. Quería gritar como esas chicas".

Huyendo de la angustia que supone revalidar el debut, se marcharon a Berlín durante un año: "No habíamos estado en una ciudad así", apunta White. "Es bohemia, creativa y muy barata, con clubes y galerías en casas, y donde se puede vivir prácticamente de okupa. Los artistas son genuinos, no unos fantasmas como los del barrio londinense de Shoreditch". Un bálsamo para el dúo tras una agotadora gira mundial de dos años. "Fue culpa nuestra. Me sentía exhausta, pero nos pedían que fuéramos a Yakarta o México DF y pensamos que quizá no tendríamos otra oportunidad de visitar esos lugares". Física y mentalmente quemados, prefirieron ver actuaciones de tango en lugar de perderse en la glorificada noche berlinesa. "En un principio creíamos que haríamos un álbum vanguardista. En la ciudad hay bandas increíbles, pero al día siguiente ni nos acordábamos de ellas. Terminamos tirando a lo opuesto, hicimos pop".

Es difícil encasillar a The Ting Tings. Carne de radiofórmula con actitud punk. Multiinstrumentistas viejóvenes. Entusiastas y de vuelta de todo. Se conocieron en Islington Mill, una comuna de artistas de Manchester, y su mutuo amor a Portishead les animó a montar la formación de trip-hop Dear Eskiimo. Firmaron con Mercury, pero tras un año en el limbo, el sello se desprendió de ellos sin miramientos: "Nadie quería trabajar con nosotros, nos habían despedido y éramos la banda más fuera de onda del mundo". Probaron de nuevo con The Ting Tings, un nombre que replica el ruido de una bombilla que se enciende en la mente y que en japonés significa "pene mono y pequeño". Entonces, algo encajó. En 2008 desbancaron a Madonna del número uno de las listas británicas con That's not my name, una crítica al trato que reciben las mujeres en la industria musical. "El sello que nos dio puerta nos llamó meses después porque querían venir a una de nuestras fiestas. Ni de broma les íbamos a invitar", comenta White endureciendo el gesto. "Todo esto nos hizo centrarnos en la música y la creatividad. El resto son tonterías que se pasan de moda. Intentamos que no se nos olvide". También les hizo recelar de otros grupos: "Muchos ni te hablan. Tienen dos caras y quieren ser lo que no son".

<b>Jules de Martino, de 41 años, y Katie White, de 27, son los <i>viejóvenes indies </i>más amados por la radiofórmula.</b>
Jules de Martino, de 41 años, y Katie White, de 27, son los viejóvenes indies más amados por la radiofórmula.

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