Brillante cierre del homenaje a Chopin en A Coruña
El pianista José Núñez Ares actuó como solista en el cierre del homenaje que la Sociedad Filarmónica de A Coruña ha tributado a Fryderyck Chopin con ocasión del segundo centenario de su nacimiento. Nacido en Ourense, Núñez es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, estudios que simultaneó con la carrera de piano.
Junto a Núñez, que combina conciertos y recitales con su trabajo como coordinador de la cátedra de piano del profesor Aquiles Delle Vigne en Rótterdam, actuó un quinteto de cuerda compuesto por músicos de la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG), con Ludwig Dürichen y Caroline Bournaud, violines; Francisco Regozo Miguens, viola; David Ethève, chelo, y Tod Williamson, contrabajo. En programa, la versión para piano y quinteto de cuerda de los dos conciertos para piano de Chopin, tocados en su orden cronológico de composición Un verdadero tour de force para el solista, ya que el desgaste por el gran esfuerzo físico se potencia en función de la fortísima tensión emocional que requieren ambas obras. También para el grupo, ya que ha de sustituir toda la parte de la orquesta sin dejar de lado ninguno de sus temas melódicos.
Versiones redondas
Desde sus primeras apariciones públicas, el pianista ourensano dejó siempre constancia de una especial afinidad con el compositor polaco. El miércoles hizo dos versiones redondas. Técnicamente, un legato como iluminado por irisaciones acuáticas, una matizada gradación de la potencia sonora y un control de sonido y búsqueda del matiz capaces de hacernos olvidar la sorda decrepitud del piano empleado en estos conciertos. Musicalmente, un rubato siempre adecuado con firmeza y elasticidad bien combinadas y diferenciadas entre ambas manos. El fraseo, impecable, contribuyó a esa íntima integración, tan chopiniana, de la ornamentación en la línea melódica de cada obra.
El quinteto de cuerda alcanzó también una brillante actuación, desde el terso sonido de Dürichen en las primeras notas del Concierto nº 2, o, en la misma obra, la agradable sorpresa de la evocación de la trompa por la viola de Regozo. El romance del Concierto nº 1 permitió apreciar la buena dicción y saborear el canto del violín segundo de Bournaud en una de las escasas ocasiones de lucimiento de su parte. Y, en todo el concierto, se pudo apreciar la plenitud de las intervenciones de Ethève y la solidez de las de Williamson.
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