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Columna
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El mundo patas arriba

Vuelvo a Eduardo Galeano, un escritor al que nunca me canso de citar. Escribió en su libro Patas Arriba el programa de estudios de La escuela del mundo al revés. Y en uno de sus puntos decía: "Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: la bastaría con asomarse a la ventana". Estamos cerrando el año asomados a una ventana en la que se está mostrando el otro lado del mundo. Ha habido dos acontecimientos que nos ha permitido conocer su cara oculta: la crisis económica y la difusión de los papeles secretos de EE UU por parte de Wikileaks. Ha sido como atravesar un espejo para descubrir las entrañas del poder, del económico y del político, y verificar, en carne propia, algo que llevábamos años intuyendo: vivimos una gran mentira.

El mundo se está presentando ante nuestros ojos tal y como es. Y no como lo construye nuestro cerebro. Las imágenes que capta nuestra retina procedentes de la córnea están invertidas y es nuestro cerebro el que coloca el cielo arriba y el suelo abajo, el que sitúa a la izquierda lo que está a la derecha, y viceversa. Esta magia neurológica sobre la percepción, que aprendemos de forma innata, la hemos perdido y todo se nos presenta patas arriba, en toda su farsa. La conclusión es aterradora: el mundo "normal" estaba al revés. Vivíamos en una ilusión óptica.

La crisis ha demostrado que todo se mueve alrededor de algo que es mentira: el dinero. El dinero no existe. Ni hay monedas ni billetes, solo hay deuda. El planeta es un gran Monopoly donde todo se compra y se vende con deuda, una moneda virtual que no está en ningún sitio. Y lo peor es que en este juego apenas participan un grupo de especuladores millonarios, que se reúnen para cenar y concluyen la cita con un ataque directo a la economía de un país o a la moneda de un Estado. Desde ese momento, da igual el Gobierno que esté al frente de ese país, incluso la ideología de ese Gobierno. Todos hacen lo que les dictan. La economía, al completo, es un gran fraude piramidal, y nadie parece dispuesto a levantar un modelo alternativo.

El sistema se desmoronó, pero se elevó sobre sus cenizas con el dinero de todos. Con mucho más dinero de mentira. Con miles de billetes de endeudamiento y de primas de riesgo. Junto con los mitos de la economía hemos enterrado también el orden en las esferas políticas. Los papeles desvelados por Wikileaks nos colocan frente a otro mundo al revés, el político. La verdad tiene dos caras y llevamos años viviendo la de mentira. El poder está en manos de farsantes y cuanto más alto está en el escalafón del poder ese farsante más impostor, mentiroso y estafador resulta. En la diplomacia -qué digo la diplomacia-, en el mundo habrá un antes y un después de estas revelaciones. Ya nunca más será importante escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa. Eso que hemos intuido siempre, pero que ahora se nos muestra como una gran verdad sonrojante.

En España, los papeles de Wikileaks han puesto frente al espejo la gran farsa de la política. Y algo realmente curioso: conocer que en este país tiene todas las posibilidades de ser presidente del Gobierno un dirigente que ni sus propios compañeros de partido creen que sea la persona adecuada para este cargo. El PP irá a las próximas elecciones con un candidato al revés para unas elecciones al revés, donde no se votará a quien nos va a gobernar sino a quien no queremos que nos gobierne. Sería interesante conocer lo que decían, si es que no se quedaron mudos, estos mismos dirigentes del PP que despotricaban contra Rajoy en la Embajada de Estados Unidos, cuando Javier Arenas decidió que iba a ser, por cuarta vez, candidato a la presidencia de la Junta.

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