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Análisis:coyuntura nacional
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La recuperación se resiste

Aunque pasen inadvertidos en un contexto en el que la atención sigue centrada en la crisis financiera y la reacción del Gobierno, los indicadores económicos conocidos esta semana han sido, como es usual en las primeras semanas de cada mes, muchos y significativos.

El de más impacto social ha sido el dato del paro registrado de noviembre. Como es normal en la estación en que nos encontramos, el paro volvió a subir, concretamente en algo más de 24.000 personas. Esta subida puede parecer mala, pero si corregimos la estacionalidad, nos encontramos con una disminución significativa [gráfico superior izquierdo]. Ahora bien, esto no debe interpretarse como un cambio de tendencia del mercado laboral, ya que el dato parece, como suele ocurrir con esta estadística, un tanto atípico. Más calidad tienen los datos de afiliaciones a la Seguridad Social, según los cuales los afiliados disminuyeron en noviembre en 17.000 personas en términos desestacionalizados. La media de afiliados de octubre y noviembre da una caída anualizada del 1,1% respecto a la media del tercer trimestre, que solo mejora en dos décimas porcentuales la tasa de ese trimestre respecto al anterior. Es decir, el empleo sigue cayendo prácticamente al mismo ritmo desde el segundo trimestre del año [gráfico superior derecho]. Si el empleo cae y la población activa no varía significativamente, no puede descender el paro. Por ello, el dato de las oficinas de empleo no tiene mucha consistencia.

No se ve de momento que la economía española vuelva a orientarse al alza en el último trimestre
Las medidas del Gobierno van en buena dirección, pero parecen dictadas para un momento de tensión

En el ámbito de los indicadores de consumo, conocimos el índice de comercio al por menor de octubre y las matriculaciones de automóviles e indicadores de confianza de noviembre

[gráfico inferior izquierdo]. Las ventas al por menor registraron un aumento de casi el 2% en tasa anualizada respecto a la media del tercer trimestre, periodo en el que cayó casi un 5%. Por su parte, las matriculaciones medias de octubre y noviembre dan un aumento respecto al tercer trimestre del 6,5%, tras un desplome del 80% anualizado en ese periodo. En ambos casos se pone de manifiesto que, tras la caída del consumo en el tercer trimestre como consecuencia del efecto anticipación de las compras al segundo, en el cuarto se está produciendo una vuelta a la normalidad, lo que automáticamente implica tasas positivas. Incluso cabría esperar que estas fueran de mayor magnitud. Si no lo son es porque la confianza de los consumidores sigue más baja que un año antes, aunque ha recuperado algo de la caída de mayo y junio.

Los indicadores de producción nos ofrecen peores resultados [gráfico inferior derecho]. Aunque moderó su ritmo de descenso anterior, la producción industrial de octubre registró una caída anualizada del 3% respecto a la media del tercer trimestre, periodo en el que descendió un 6,3%. El indicador PMI de la industria manufacturera prosiguió en octubre y noviembre su tendencia a la baja, lo mismo que el de los servicios, que ha vuelto a situarse por debajo del nivel 50 que separa la zona de expansión de la de contracción. Por otra parte, no cabe esperar que la construcción contrarreste positivamente la floja evolución de la industria y los servicios.

En definitiva, no se ve de momento que la economía española vuelva a orientarse claramente al alza en el último trimestre del año, aunque todavía la información es escasa. Las previsiones apuntan a que, si se da un crecimiento del PIB, este sea de nuevo muy moderado, apenas una décima porcentual (0,4% anualizado). Esto es lo que en el fondo alimenta la desconfianza de los inversores y hace que caiga el valor de nuestros activos. Por eso, la política económica, además de centrarse en el saneamiento y la reestructuración de los sectores público y financiero, debería diseñar una estrategia de medidas y reformas que dinamicen el crecimiento de forma sana y sostenible. Las tomadas por el Gobierno esta semana van en la dirección adecuada, pero, como otras muchas puestas en marcha en los tres últimos años, parecen dictadas para dar respuesta inmediata a momentos de tensión o de máxima dificultad, pero sin que se vea un marco de actuación claro a medio y largo plazo. Este marco de actuación debería proponerse como primer objetivo el hacer de España un país atractivo para la inversión, no solo la financiera, sino sobre todo la productiva.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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