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Abramos los ojos

¿Wikileaks desveló algo que no se supiese? ¿De verdad que no sabíamos que todos los Gobiernos administran los llamados "intereses de Estado" que representan? ¿No sabíamos que los Gobiernos españoles habidos y por haber están interesados en llevarse bien con Francia y con Marruecos, por unos motivos, y con Alemania, por otros? Igual que con los EE UU, a pesar de que nos dejaron caer encima varias bombas atómicas en Palomares (no sabemos si fueron cuatro o cinco, nunca le contaron la verdad a ningún Gobierno español). Sí, EE UU está en crisis mayor, el lenguaje prepotente de sus embajadores es patético pero sigue siendo un aliado al que el Estado español ha apostado todos sus ahorros desde que Franco les permitió instalar aquí sus bases: somos un portaviones americano y nos afectan mucho sus políticas.

Los intereses energéticos prevalecieron sobre los ambientales

¿No sabíamos que una cosa es la ética y otra la política y que los ciudadanos votan para que los Gobiernos hagan política y no ética? Los familiares de José Couso tienen más motivos para disgustarse y seguramente estarán más tristes ante el probable y penoso espectáculo de fiscales, jueces y ministros que por ser fieles a los "intereses del Estado" son desleales a sus ciudadanos. Son ellos y los activistas de su causa quienes muestran su indignación legítimamente, pero si lo hacen políticos de cualquier partido que gestione siquiera un ayuntamiento harán una exhibición de hipocresía. Igual que muchos ciudadanos a quienes les molesta conocer esas cosas pero votaron y votarán a Gobiernos para que sigan haciendo enjuagues con Mohamed VI, con Hillary Clinton o quien sea: para que protejan los "intereses de Estado", ese arcano tenebroso. Próximamente Wikileaks desvelará que los Reyes Magos son los padres y nos indignaremos ante un engaño tan duradero; la vida social necesita de cierta hipocresía, pero no hay que excederse. La inocencia fingida es el cinismo de los débiles, de las sociedades infantilizadas.

También hay mucha inocencia fingida en las actitudes ante la crisis económica: casi todos piensan que en realidad el Gobierno no tiene opción a hacer otra política. Oh, sí, ¡es injusto! Vaya si no lo es que paguen la crisis quienes no la provocaron, que los canallas se sigan forrando, que la gente vaya al paro, que nos vaya peor que hace tres años, que siga habiendo dinero negro, que los especuladores y la mecánica de los mercados de capitales nos dicte su política... Nos van las cosas peor y estamos cabreados, tenemos que cagarnos y enfadarnos con alguien pero, ya que nos queda crisis por delante, deberíamos enfriarnos un poco. Aprendamos de casos de extravío de la realidad, como ése en el que están metidos hasta el fondo los controladores aéreos y en el que pretenden encerrar a toda España.

Y en cuanto a Galicia, abramos los ojos y dejemos de hablar de nosotros mismos como si fuésemos lo que no somos: no somos una nacionalidad, somos unas provincias que hablan con acento. Pero no le echemos la culpa a nadie, nuestros lloros serían fingidísimos, eso de que la culpa es de la historia y del colonialismo a estas alturas cabrea, son disculpas. Es culpa nuestra, porque no tenemos lo que hay que tener. La penosa imagen que hay de Galicia en España responde a los intereses del centralismo: Madrid es el progreso, el futuro, el cosmos, lo guay y una orgía de la futura lengua planetaria y nosotros somos una reserva de tipismo para ellos. Y esa imagen a estas alturas la aceptan los gallegos porque les da la gana. Lo que desmiente que España sea una nación homogénea son el País Vasco y Cataluña, lo acaban de volver a demostrar los catalanes (Si me apuran, el F.C. Barcelona: frente a la vulgaridad, el puro talonario, el juego sucio y el "Arriba España" de algunos jugadores existe un juego basado en el equipo, la laboriosidad, la cantera y la autoconfianza). Galicia está en otra categoría, la del pelotón que alimenta, sigue y trabaja para esa otra nacionalidad, Madrid, que es la que está oculta dentro de la marca "España". Y que nadie diga, "sí, pero...", porque no hay nada que decir, no es algo coyuntural, es estructural: en algún momento tras morir Franco pudo parecernos que Galicia, ya que le convenía, podía constituirse en la nacionalidad tal como le reconoce la Constitución, pero esa oportunidad se perdió hace mucho. Si hoy se reforma la Constitución esa mención desaparecerá, no fuimos capaces de sacar provecho de esfuerzos ímprobos de minorías que nos dejaron el legado del galleguismo. Habrá quien diga que exagero pero es porque no vio al presidente del Gobierno gallego junto a los candidatos del PP de País Vasco y Cataluña haciendo campaña contra los nacionalistas catalanes, el Gobierno gallego que soñaron Castelao y tantos es hoy una pieza del nacionalismo españolista. Y la gente que merece compasión no somos nosotros sino la que está en Gaza, por ejemplo.

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