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Entrevista:CINE

Salvaje cacería de un ser humano

Rocío García

Nunca lo ha tenido muy fácil Jerzy Skolimowski. Tampoco importa. Este artista nacido en Polonia en 1938 e instalado en Los Ángeles sabe desde chico de adversidades y tragedias. Su padre, miembro de la resistencia polaca durante la II Segunda Guerra Mundial, fue ejecutado por los nazis. Las dificultades, pues, han formado parte de su vida y a ellas se ha enfrentado con el arma del riesgo. Boxeador de joven, con la nariz y las cejas destrozadas, unas gafas oscuras esconden aún los ojos de este cineasta, pintor y actor, gran amigo y colaborador de Roman Polanski, con el que trabajó en el guión de Cuchillo en el agua. Skolimowski presentó, en el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla, su última película, Essential Killings, protagonizada por Vincent Gallo.

El filme, una dramática historia en torno a la supervivencia de un ser humano, obtuvo dos galardones -el gran premio del jurado y el de mejor actor- en la Mostra de Venecia, cuyo jurado presidía Quentin Tarantino. Skolimowski se echó a temblar cuando conoció el nombre del presidente de ese jurado. "Meses antes de la Mostra de Venecia se produjo un grave incidente entre Tarantino y Gallo, en el que Gallo insultó públicamente al director norteamericano, llamándole hijo de puta. Ir a Venecia con esta película sabiendo lo que había ocurrido era un riesgo muy grande. No tenía ni esperanzas ni expectativas de recibir ningún premio por el hecho de que Tarantino se veía obligado a ver en la pantalla a Gallo, un hombre tan conflictivo y especial". Por eso la sorpresa fue mayúscula. Y el agradecimiento a Tarantino doble. "Superó lo que podía haber sentido hacia Gallo, reconociendo la maravilla de trabajo que realiza, además de no tener en cuenta la crítica que yace en el fondo de la película hacia la política de su país".

Efectivamente, Essential Killings es un duro alegato en contra de las mentiras y silencios que han protagonizado las guerras iniciadas por los norteamericanos y los vuelos secretos de la CIA con la complacencia de muchos Gobiernos occidentales. Mohammed (Vincent Gallo), capturado por el ejército norteamericano, es llevado a un centro de detención en el centro de Europa, del que consigue escapar. Mohammed es así sacado del desierto y arrojado a un paisaje nevado y frío. Perseguido por un implacable ejército que oficialmente no existe, deberá enfrentarse a la necesidad de matar si quiere sobrevivir. "Quise ser ambiguo de manera consciente. No utilizo nombres, ni lugares, ni personas, no se sabe si es Afganistán, podría ser también Irak o incluso la frontera de Pakistán. No se sabe si Mohammed es realmente árabe, también podría ser un occidental que llegó a ese lugar hace años y se convirtió al islamismo. Quise ser tan ambiguo como fuese posible, porque no es la historia de un hombre islámico sino la de un hombre sin adjetivos. Es la lucha de uno contra los demás".

El poderoso paisaje nevado -la película se rodó en los bosques de Noruega- es un elemento fundamental y no menor de la historia. Sus impactantes imágenes visuales, en esa naturaleza tan salvaje, trasladan al espectador a un punto de difícil retorno. En ese lugar inhóspito y frío es donde se realiza el viaje de una cacería humana, la lenta conversión de un ser humano en un animal salvaje que tiene que matar para sobrevivir.

Si hay algo de lo que carece Skolimowski es de faltar a la verdad. Caiga quien caiga. Sabía que Gallo era un personaje más que difícil, a veces insoportable. Lo conocía desde hace años, pero nunca había trabajado con él. Su nombre surgió a raíz de que el poderoso productor británico Jeremy Thomas se implicara en el proyecto y le animase a salir del gueto, a burlar por primera vez en su cine las salas de arte y ensayo y abrirse al gran público. "Solo con una estrella como Vincent Gallo lo podíamos conseguir, hacer más grande una película", reconoce el realizador. Luego vino la segunda parte, las dificultades de enfrentarse a un actor de su reputación, del que todo el mundo le había advertido negativamente. No se arrepiente de la decisión. "No me imagino a nadie que lo hubiera podido hacer mejor. Pero sí, pagamos un enorme precio, no solo yo, sino todo el equipo. Vincent es un actor de método y el actor de método siempre intenta convertirse en el personaje que está haciendo y, claro, su personaje era uno contra todos. Su vida en el rodaje se convirtió en una lucha de él contra todo el equipo. Todos éramos sus enemigos, acusaba a todo el mundo de cosas que no eran verdad, de no atenderle suficientemente bien, lo cual no era cierto, de exigencias caprichosas, fue difícil pero todo ha merecido la pena...". Por la contundencia de sus palabras, parece verdad.

Essential Killings supone su vuelta al cine. Durante 17 años abandonó este arte, insatisfecho por los resultados del filme 30 door key. Sintió que ya no era artista y se dedicó a su gran pasión; la pintura, donde ha cosechado grandes éxitos vendiendo a museos y coleccionistas -Jack Nicholson, Dennis Hopper

...-, además de participar en la Bienal de Venecia. "La pintura me ayudó a reconstruirme como artista y con esa actitud pude volver al cine". Aunque no tiene motivos para el optimismo, Skolimowski guarda esperanzas en la supervivencia del cine. "Internet y la tecnología del 3D no pueden deglutir la cualidad genuina del cine. Espero que hasta el fin de mis días pueda seguir haciendo películas que encuentren un público". Ojalá.

El director de cine polaco Jerzy Skolimowski, fotografiado en Sevilla el pasado noviembre durante la celebración del Festival de Cine Europeo.
El director de cine polaco Jerzy Skolimowski, fotografiado en Sevilla el pasado noviembre durante la celebración del Festival de Cine Europeo.García Cordero
Vincent Gallo, <b>en una imagen de </b><i>Essential Killings.</i>
Vincent Gallo, en una imagen de Essential Killings.

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