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Una millonaria con deudas

Yelena Butúrina, la mujer más rica de Rusia, ve peligrar la fortuna que amasó gracias al poder de su marido

Nubes negras se ciernen sobre el imperio de Yelena Butúrina, la mujer más rica de Rusia. La causa de sus actuales problemas es la misma que le permitió amasar cerca de 3.000 millones de dólares: su marido, Yuri Luzhkov.

La oposición hacía tiempo que denunciaba los negocios que hacía Batúrina, amparada por su esposo, que era el alcalde de Moscú. Pero este popular político cayó en desgracia, se enfrentó al presidente Dmitri Medvédev y terminó siendo cesado por este, algo posible solo por el hecho de que los gobernadores no son elegidos en votación popular, sino nombrados por el jefe de Estado.

Inteco, el grupo financiero de Batúrina que tiene intereses principalmente en la esfera de la construcción, ganaba, naturalmente, todos los concursos a los que se presentaba en la capital rusa y obtenía todos los préstamos que quería.

Ganaba todos los concursos públicos de moscú, donde su esposo gobernaba

Precisamente uno de los últimos créditos concedidos a Yelena Batúrina, esta hija de obreros que ha logrado ingresar en el selecto club de las 100 personas más ricas de Rusia, está hoy en el punto de mira de los investigadores.

En junio de 2009 Batúrina obtuvo del Banco de Moscú -en el que el Ayuntamiento tiene el 46% de las acciones- un crédito por 13.000 millones de rublos (unos 312,35 millones de euros) para la compra de unos terrenos en las afueras de la capital, donde se construiría un complejo habitacional de lujo.

Lo sospechoso del caso es que en esos momentos aquellas 58 hectáreas costaban unas seis veces menos, según algunos expertos; que Batúrina necesitaba dinero para pagar sus cuantiosas deudas en las que había incurrido antes de desatada la crisis y que aquel mismo 3 de junio el Ayuntamiento aprobó la inyección de 15.000 millones de rublos de su presupuesto en el banco municipal.

Ahora el Ministerio del Interior trata de determinar -o, más bien, de probar- si los fondos transferidos al banco del presupuesto moscovita estaban destinados en realidad a ayudar a Batúrina a refinanciar sus millonarias deudas.

Lo curioso del asunto es que el Ministerio del Interior ya había realizado antes una investigación al respecto y había concluido que no existía fundamento alguno para abrir una causa criminal por aquella operación. Verdad es que entonces Luzhkov era aún alcalde de Moscú.

Algunos ven ahora en esta nueva investigación el tan esperado comienzo de la lucha contra la corrupción, pero otros temen que se trate simplemente de intentos de tiburones cercanos al Kremlin de hacerse con al menos parte del jugoso imperio de Batúrina. Naturalmente, Luzhkov y sus partidarios hablan de persecución política.

Inteco, mientras tanto, asegura que no ha incurrido en ningún delito en sus operaciones y que el imperio no está a la venta. Pero, a la hora de la verdad, esto último más parece ser un intento de poner buena cara al mal tiempo. De hecho, la venta ya ha comenzado: el 50% de las acciones que tenía Batúrina en el complejo de la City moscovita ha sido adquirido por un industrial del acero y por otro magnate de los bienes raíces.

La carrera de Batúrina es impresionante: comenzó trabajando en la misma fábrica que su padre y, cuando aparecieron los primeros brotes del capitalismo en los años de la perestroika, participó en el movimiento de las cooperativas.

En 1991 -el mismo año que se casó con Yuri Luzhkov, que entonces era vicealcalde y que al año siguiente se convertiría en el dirigente máximo del Ayuntamiento moscovita- Ba-túrina fundó Inteco. Primero se dedicó al plástico -el privilegio de instalar asientos plásticos en todos los equipamientos de la capital lo obtuvo precisamente esta empresa-. Después, la empresaria entró agresivamente en la industria del cemento y finalmente se concentró en los bienes raíces: ha realizado proyectos elitistas de urbanizaciones en 350 hectáreas esparcidas en la capital en sitios de primera clase.

Batúrina y su marido Yuri Luzhkov, en una imagen de 2008, cuando asistieron a una carrera de coches antiguos en Brescia (Italia).
Batúrina y su marido Yuri Luzhkov, en una imagen de 2008, cuando asistieron a una carrera de coches antiguos en Brescia (Italia).GETTY

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