"He sido feliz, no tengo nada que reprocharme"
Rafael Nadal y Roger Federer se marcharon de la pista llorando. No hay mejor resumen de la marca indeleble que deja en el tenis Carlos Moyà (Palma de Mallorca, 27 de agosto de 1976), homenajeado ayer por los mejores en la Copa de Maestros , en Londres, después de poner punto final a una carrera en la que ganó Roland Garros y la Copa Davis, que le vio en la final del Abierto de Australia y de la propia Copa de Maestros y que le coronó en 1999 como el primer número uno mundial del tenis español.
Pregunta. "Dejo al amor de mi vida", dice. ¿A qué se refiere?
Respuesta. Con eso intento explicar cómo se siente uno cuando deja de hacer algo que ama. No dejo el tenis porque esté cansado, por cabeza; porque no me guste competir, porque haya perdido el nivel: bueno, lo he perdido, pero hace dos años y medio estaba el 12 del mundo a 100 puntos del 10... Lo que me impide jugar al tenis es una lesión en un pie. Solo los que han estado cerca de mí han visto todo lo que he hecho para volver. Quería despedirme en la pista. Al hablar del amor de mi vida, quiero poner en situación a la gente sobre mis emociones, sobre lo duro que es para mí dejar el tenis, pese a considerarme un afortunado por haber llegado a esta edad como jugador, con una estabilidad personal que nunca había tenido antes, con una hija... Quería explicar que es como si uno deja al amor de su vida, al que todavía quiere y ama, cuando ya no hay manera de seguir. Es una metáfora: los amores de mi vida son Carolina y mi hija.
"Lo más duro es ver que tu pie no ha quedado bien y tener que decidir dejarlo"
"Flipo con la cantidad de gente que me dice que empezó a jugar por mí"
P. Cuando era un veinteañero, se lesionó y aprovechó el parón para tocar la guitarra y hacer submarinismo. ¿Cómo lo pasa ahora?
R. Un poco de comida de tarro ha habido. Es diferente ver que puede terminar tu carrera a los 22 años que a los 34. Siempre me gustó estar relajado, pero sabiendo que al día siguiente había que dar el callo. Ahora es diferente. Lo duro no es comunicar la decisión, sino tomarla, ver que tu cuerpo no es el mismo, que el pie no ha quedado bien, que pasa el tiempo y no hay cura, que los médicos dan con el diagnóstico y no con la solución... La puntilla fue el torneo de Madrid, cuando perdí contra Benjamin Becker [0-6 y 2-6]. Jugué más por ganas y corazón que por cabeza. En parte, me fue bien perder de esa manera. Es un jugador al que habría ganado en mi época buena. Antes de entrar, le dije a Pepo [su entrenador]: "No sé cómo va a reaccionar el pie, pero, si termino y me duele, no estoy dispuesto a pasar por todo esto de nuevo. Lo dejo". Al acabar, ya estaba seguro de que no jugaría más.
P. ¿Qué recuerda del día que alcanzó el número uno mundial?
R. La tensión brutal de esa semana. Éramos cinco jugadores con posibilidades. Estaban Sampras, Kafelnikov, Rafter y Corretja, creo. Todos perdieron en la primera ronda. El único que quedaba era yo y tenía que llegar a la final en un torneo [Indian Wells] en el que nunca había ganado más de dos partidos. Sabía que era una oportunidad histórica: para ser el primer número uno español y porque quizá no volviera a sucederme. La presión era brutal. La convertí en motivación. El sentimiento de felicidad fue absoluto.
P. Abrió fronteras: fue el primer español con éxitos sobre el cemento.
R. Uno, cuando está metido ahí, no es consciente. Flipo con la cantidad de gente que ahora me escribe diciéndome que ha empezado a jugar o ver tenis por mí. Nunca me había parado a pensar en eso, en que alguien se hubiera aficionado por mi culpa. Me sorprende. Los demás deben decir si abrí caminos. Cuando fui a Australia, en 1996, había cuatro o cinco españoles. Al año siguiente llegué a la final. En 1998 estaban todos los españoles. La pista rápida era tabú. Romper la barrera de llegar a la final, además en Australia, que entonces sonaba exótico, a época de Manolo Santana, a Andrés Gimeno, sin Internet... Los compañeros se motivan con las victorias de otros españoles.
P. Rafael Nadal está muy afectado por su despedida.
R. Nos une la amistad. He vivido de cerca su ascensión, todas las etapas que ha quemado; quizá, en lo deportivo, la mejor de su vida. He estado a su lado en todos esos momentos. A sus dudas, cuando me ha preguntado, le he contestado, equivocándome o no, de corazón, de buena fe. Es como mi hermano pequeño.
P. ¿Qué habría sido de usted si al trabajo y el talento hubiera unido la voracidad de él?
R. Es que hablamos del tenista con más ambición y voracidad de la historia. Sus ganas de triunfar y mejorar son brutales. También me preguntan si podría haber ganado más. Sí, y también menos. Una de las claves de mi vida es que he sido feliz. Parte de eso es disfrutar lo que ha sucedido y no echar de menos lo que no ha sucedido: el Masters que no gané, el Roland Garros de 1999 o aquella final de Australia... No tengo nada que reprocharme.
P. ¿Qué le contará a su hija, de tres meses, sobre su carrera?
R. Le sacaré los DVD. Me ha pasado con Carolina. Ha vivido mis últimos tres años, pero no era seguidora del tenis. Se ha aficionado. Ve Roland Garros y ve que lo he ganado. Ve a Rafa o Federer como número uno y se entera de que yo he estado ahí, aunque no me pueda comparar con ellos. Ve que llegamos a la Copa de Maestros y que yo he jugado la final. Para ella es extraño. Me conoce en el tú a tú y le parece mentira que alguien como yo haya conseguido todo eso.
P. ¿Sus noches como padre?
R. Duras, en parte. Nos turnamos. Lo positivo es que no me voy a perder nada del crecimiento de mi hija. Como padre, se duerme poco. A las cuatro de la mañana, cuando estás muerto, te mira, se ríe y no hay nada más maravilloso. Te gana.TENIS
Copa de Maestros
15 años en la élite
- Moyà nació el 27 de agosto de 1976 en Palma.
- Profesional desde 1995.
- Fue el primer número uno español, posición que alcanzó el 15 de marzo de 1999.
- Su primer gran logro fue la final del Abierto de Australia de 1997, que perdió ante Pete Sampras.
- Solo tiene un 'grande': Roland Garros 1998, en el que se impuso al también español Àlex Corretja.
- Ha ganado 20 títulos de la ATP y ha jugado otras 24 finales.
- 15 de sus títulos los logró sobre tierra batida y el resto en pista rápida.
- Formó parte del equipo español que ganó la Copa Davis en 2004.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.