Las cajas pasan por el confesionario

Dos días después de que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), lanzara la advertencia a las cajas de ahorros implicadas en SIP para que aceleren la constitución de bancos, se reunió en Madrid el consejo de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA). Ni que decir tiene que la amonestación del gobernador fue abordada desde el primer momento y en las intervenciones que se sucedieron, empezando por el presidente, Isidro Fainé. Y no se debió a que el aviso de MAFO no fuera conocido por el colectivo, sino a que se había hecho en público y con carácter de ultimátum, lo que no gustó. Quizá por eso, Fainé tiene previsto reunirse con MAFO en los próximos días.

En efecto, cuando el lunes MAFO dio el toque de atención en las jornadas organizadas por Caja Madrid y EL PAÍS, los grupos de cajas involucrados en procesos de integración ya habían pasado por el confesionario del Banco de España (BE) para rendir cuentas y recibir la penitencia. Se han reunido con el subgobernador, Javier Aríztegui, y el director general de Supervisión, Jerónimo Martínez Tello, que les transmitieron la preocupación del BE por la crisis de Irlanda y la repercusión que pueda tener en España.

Esa fue la verdadera razón, y no otra, del ultimátum de MAFO el pasado lunes. El BE quiere que los procesos de integración se hagan cuanto antes para enviar confianza a los mercados internacionales. Y explica también la intervención de la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, el viernes, subrayando que si no hay progresos intervendrá el BE.

Pese a que las cajas conocían el contenido del discurso de MAFO y que la mayor parte comparte la preocupación, al día siguiente Rodrigo Rato respondió al gobernador ("la velocidad es la adecuada") y, de paso, a Emilio Botín ("me alegro de las recomendaciones que se hacen desde fuera del sector") en alusión a las palabras del presidente del Banco Santander en el reciente Congreso de la Empresa Familiar. Rato tenía ganas de contestar en público a su amigo, para el que trabajó hasta que fue nombrado presidente de Caja Madrid, y al gobernador, al que ha tenido oportunidad de decírselo en privado, en el seno de la ejecutiva de la CECA y en las reuniones que el SIP que encabeza mantuvo con Aríztegui.

El apercibimiento, en cualquier caso, tendrá sus efectos. No obstante, es necesario que se involucren también los gobiernos de las comunidades autónomas, que, en algunos casos, todavía no han dado el permiso para la integración. Aunque al final, el cumplimiento de los plazos será más o menos flexible, parece claro que antes de fin de año se habrán adelantado las cuestiones claves, como la constitución de los bancos que actúen como holding y la composición de los consejos de administración, una de las tareas más polémicas. Incluso es posible que se alcancen acuerdos sobre la denominación y la identidad corporativa, cuestiones nada baladíes que son de las más difíciles de modular. Precisamente, Caja Madrid demostró durante las jornadas que a Rato le gusta más el color verde botella que el verde pastel que primaba en la etapa de Miguel Blesa. Tanto en el logotipo del oso, con tendencia a desaparecer, como en la propia corbata del ex vicepresidente del Gobierno, se reflejaba.

Las corbatas se han convertido en un vehículo esencial de la imagen; aunque la pregunta es si es ese verde oscuro les gusta a los otros seis componentes del que es el SIP más grande de esta reestructuración. Por cierto, también José Luis Olivas, presidente de Bancaja (la segunda caja de ese SIP), llevaba corbata verde, aunque clara, quizá porque ese martes venía de una reunión en Iberdrola, una de las participaciones más importantes -si no la más- del SIP en la que la caja valenciana tiene el 6% del capital.

Colores y corbatas aparte, el centro de atención radica en la evolución de esas integraciones y si se vislumbra una segunda fase de este proceso que reduzca todavía más los actuales 18 grupos y que, probablemente, en el que entren las entidades que quedaron solas como la Kutxa, Vital e Ibercaja. Unicaja, que se quedó con Jaén tras descartar CCM y Caja Sur, luego intervenidas, también aparece en el escenario después de haberse diluido la posible gran caja andaluza con la integración con Caja Sol, con la que, por cierto, nunca llegó a negociar.