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Columna
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El valor de una fusión

En cumplimiento de la reformada ley gallega de cajas, evidenciando que pese a forzados recursos de inconstitucionalidad y declaraciones altisonantes es una ley que sigue muy vigente, el Parlamento de Galicia tuvo la oportunidad de manifestarse esta misma semana sobre el protocolo de fusión propuesto por Caixa Galicia y Caixa Nova. En consecuencia, y una vez que el Consello de la Xunta lo apruebe en los próximos días, se cerrará de forma altamente satisfactoria el proceso que hará nacer la nueva caja gallega, en lo que constituye la principal operación económica de nuestra historia. Para poner en valor este acontecimiento es bueno recordar algunos datos y algunos hechos.

Primero, los datos. De acuerdo con el plan de integración ya aprobado por el Banco de España, la nueva caja gallega será la quinta caja española tanto en volumen de activo como en crédito a la clientela; y será la novena o décima entidad financiera española. La fusión va a generar unas sinergias que permitirán que su eficiencia recurrente, actualmente en el 66,5%, mejore hasta aproximadamente el 50% en 2015, situándose entre las mejores del sector. La nueva Caja cumple ya, desde su nacimiento, con los requerimientos que el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (Basilea III) exigirá en 2014 a todas los bancos y cajas en sus indicadores de solvencia, (Core Capital, Tier 1, o coeficiente de solvencia total). Y las pruebas de estrés publicadas por el Banco de España garantizan la viabilidad de la nueva caja de ahorros gallega incluso en escenarios tremendamente adversos de más que improbable materialización: gracias a los recursos aportados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (cuya devolución también aparece garantizada en el plan de integración) en el peor de los escenarios previstos la nueva Caja también superaría las exigencias de Basilea III.

El nacimiento de la nueva caja gallega es la principal operación económica de nuestra historia

Segundo, los hechos. A raíz de la crisis financiera internacional y con cierto retraso, España ha vivido este último año un necesario e intensísimo proceso de reestructuración de las entidades financieras. En los 12 procesos de integración en marcha se han involucrado, incluidas las intervenidas Caja Castilla-La Mancha y Cajasur, 39 de las 45 cajas de ahorros preexistentes, que representan el 92% de los activos del sector. Parte de estos procesos se han materializado a través de la fórmula del SIP (Sistema Institucional de Protección), que implica la cesión definitiva de la capacidad de decisión de cada una de las cajas que se integran en una nueva entidad de crédito con estatuto de banco (como banca cívica). Los restantes procesos han seguido la clásica senda de la fusión por integración, con la subsiguiente aparición de una caja que mantiene, a todos los efectos, su carácter fundacional y sus compromisos sociales y territoriales.

Pues bien, al final de este proceso, sólo cinco comunidades autónomas van a continuar con verdaderas cajas de ahorro, como entidades de carácter fundacional y finalidad social: Cataluña, País Vasco, Castilla y León, Andalucía y Galicia. Pero de ellas sólo dos, País Vasco y Galicia, mantienen íntegramente en su territorio las cajas que tenían antes de la reordenación. Hasta Cataluña ha visto como Caixa Penedés participa con Caja Murcia y otras en el SIP Mare Nostrum. Y mientras que en el País Vasco dos gobiernos (el anterior nacionalista y el actual) intentaron sin éxito promover la creación de una gran caja vasca, fracaso que hasta es objeto de las chanzas del genial Vaya semanita que emite ETB, en Galicia se ha conseguido crear una nueva caja, más solvente, y que mantiene un carácter social originario que tanto sus máximos dirigentes como los responsables de la supervisión autonómica manifiestan abiertamente querer conservar.

Estamos ante un gran éxito económico y social, porque la fusión no habría sido posible sin un amplio apoyo ciudadano, empresarial y sindical. Pero también ante un gran éxito politico, como elocuentemente puso de manifiesto la votación del pasado martes en el Parlamento: 61 votos a favor de aprobar la fusión, 12 abstenciones (del BNG), y dos ausencias. Una fue llamativa: la del líder socialista gallego, aquel que denunciaba los supuestos intentos del gobierno de "meter la mano en las cajas". La otra ausencia fue reveladora: fue la de una de las viceportavoces del anterior líder, que elegantemente se abstuvo de pronunciarse en este trámite parlamentario porque figura como miembro del consejo de administración de la nueva caja. Paradojas de la vida política.

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