Triunfo entre cristales rotos
Clijsters gana la Copa de Maestras tras un accidente de tráfico
Cristales rotos. Un herido. Miedo. El coche, aplastado por un camión y listo para ser enviado al desguace. Todo eso vive la belga Kim Clijsters antes de ganar por 6-3, 5-7 y 6-3 la final de la Copa de Maestras en Doha a la danesa Caroline Wozniacki, de nuevo empequeñecida en su condición de número uno, de nuevo reafirmada en su imagen de tenista Carpanta, que con avaricia todo lo quiere jugar, que con gula sueña con ganarlo todo, pero que, al final, enfrentada a la realidad, solo mordisquea aire, ilusiones, gris nada: sigue sin ganar un título grande.
Primero, el accidente. "Fue un shock", cuenta Clijsters el sábado tras las semifinales, que gana a la australiana Stosur por 7-6 y 6-1 pese al incidente camino de las pistas. "No sé qué pasó. Hubo muchos cristales rotos. Bob [Verbeeck, su mánager] se cortó... Él se llevó el golpe. Pasamos mucho miedo. Tuvimos suerte. Pero el coche está listo para el desguace".
La victoria de la campeona del Abierto de Estados Unidos cierra un año de contrastes en el tenis femenino. La estadounidense Serena Williams perdió el trono, pero ganó dos grandes en seis torneos jugados. La belga Justine Henin volvió de su retiro, llegó a la final del Abierto de Australia y nunca más se supo: se lesionó en Wimbledon. Y, finalmente, Elena Dementieva, campeona olímpica y número nueve, anunció que se retira. ¿Hasta cuándo?, hubo quien preguntó maliciosamente: es la tónica de los tiempos. "Ha sido una batalla. No sé cuántos años más voy a seguir haciendo esto", cerró Clijsters.
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