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Reportaje:

Años de pasión por los fogones

Tres generaciones de chefs repasan en San Sebastián los valores que les han llevado a triunfar - El acto congregó a 12 estrellas Michelín

El escenario del Kursaal se asemejaba ayer a una cocina gigante en la que varios de los mejores cocineros vascos departían acerca de los valores que les han llevado al éxito. Sobre la palestra se encontraron tres generaciones que acumulan 12 estrellas Michelín, chefs de todas las edades que, en un mundo cambiante, con demandas que se renuevan día a día, han aunado tradición y vanguardia para lograr un visible reconocimiento mundial.

El evento, organizado por Gizarte Balioak, un programa que se inserta dentro del lobby Gipuzkoa Aurrera, congregó a más de 300 personas, entre las que se encontraban el diputado general de Guipúzcoa, Markel Olano; el alcalde donostiarra, Odón Elorza, y decenas de alumnos de diferentes escuelas de hostelería.

"Hay que ser ambicioso, pues las cosas no caen del cielo", explica Subijana
Aduriz resalta que "no hay nada más poderoso que el entusiasmo"

Los cocineros fueron participando generación por generación. Pedro Subijana (1948) y Juan Mari Arzak (1942) integraron el primer plato del menú. El primero de ellos destacó que su promoción dejó de mostrarse "celosa" con sus secretos de cocina y logró unir "inteligentemente" las recetas tradicionales con la innovación. "Hay que ser ambicioso, porque las cosas no caen del cielo", añadió.

Arzak recordó que cuando entró en el mundo de los fogones "nadie se llevaba bien". Por ello, cree que su generación contribuyó a "propagar lo que todos sabíamos, que [la cocina] era parte de la cultura". El cocinero apuntó que el éxito únicamente se logra "con unión, humildad y haciendo preguntas".

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Entre medias, Martín Berasategui (1960) aderezó la carta acudiendo a la cita inesperadamente. "Soy el hermano pequeño de estos grandes cocineros", destacó en referencia a Subijana y Arzak. El chef agregó que "ser cabezón", con humildad, entrega y aprendizaje vicario resulta clave. "Primero somos personas y luego cocineros", abundó.

El segundo plato del evento corrió a cargo de Elena Arzak (1969) y Andoni Luis Aduriz (1971). Ambos recordaron la importancia de sus tutores y que "los valores han cambiado en la forma, pero no en la profundidad". Elena Arzak opinó que la llave del éxito ha sido combinar en las cantidades justas "trabajo en equipo, alimentos de calidad y amor por la profesión". Aduriz remarcó: "De los mayores he aprendido lo que hay que hacer y lo que no y que no hay nada más poderoso que el entusiasmo".

El postre, que antecedió a una sobremesa entre todos los asistentes y los cocineros, lo preparó la tercera generación, la más joven, que estuvo representada por Eneko Atxa (1977) e Iñigo Cojo (1979). El primero calificó el grupo que abandera como "la generación del a huevo", ya que los han tenido todo hecho, lo que supone una "gran responsabilidad" que tienen que transmitir.

Cojo resaltó que, aunque las necesidades actuales sean otras, "siempre hay que mantener el esfuerzo y la ilusión".

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