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La Sinfónica culmina el ciclo de Wagner con 'El ocaso de los dioses'

El ocaso de los dioses ha cerrado brillantemente el ciclo El anillo del nibelungo iniciado en 2007 en conmemoración del 15º aniversario de la Orquestra Sinfónica de Galicia. La ductilidad de ésta le ha permitido evolucionar hacia metales más redondos y oscuros, completando el colorido orquestal requerido por Víctor Pablo Pérez para Richard Wagner, junto a la calidez de las maderas y la profundidad y brillantez de las cuerdas. El coro dirigido por Joan Company ha madurado adecuadamente y sus voces masculinas han lucido solemnemente un hermosísimo timbre.

Pocos repartos vocales tienen tal homogeneidad con tan alta calidad. Alrededor de Gidon Saks, rutilantemente central en la piel del malvado Hagen, urdidor de todo cataclismo, orbitó un conjunto de diez estrellas de magnitud variable solo en función de su distancia al gran sol central, no de su calidad. A la brillante Brünhilde de Linda Watson, el heroico Siegfried de Simon O'Neill, el sólido Gunther de Ralf Lukas o el maravilloso, por repelente, Alberich de Andrew Shore, se unió el coprotagonismo de la solidísima Waldraute de Pilar Vázquez. Apunten el nombre: su debú ha sido un jubiloso descubrimiento.

La musicalidad de Marina Rodríguez Cusí estremecieron el Palacio de la Ópera al iniciar el relato del alfa y omega del ciclo junto a Vázquez y Marta Matheu, también grandes como Nornas. Raquel Lojendio, Sandra Fernández y Anna Alàs, las tres Ondinas del Rin, hicieron brillar en su canto el dorado fondo del río sagrado.

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