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Reportaje:FÚTBOL | Octava jornada de Liga

La caballería de Mourinho

Di María, el madridista más en forma, despliega un nuevo repertorio lejos de su hábitat

Diego Torres

"Tenemos al Alejandro Magno de los entrenadores", observó un directivo del Madrid frotándose las manos; "los jugadores hacen lo que pide porque sienten que les manda un gran general".

Cuando fichó a José Mourinho, Florentino Pérez imaginó que contrató a un caudillo capaz de alocuciones sofisticadas, con un mensaje táctico profundo y motivante. Los futbolistas de élite, sin embargo, no suelen ser gente demasiado exigente con los técnicos. "Mourinho cumple con su palabra", asentían los jugadores del Madrid, satisfechos con él, la semana pasada; "nos dijo que, si ganábamos al Milan, nos daría un día libre. Y cumplió".

La psicología de los entrenadores es un camino de dos carriles. Simple y recto. Mourinho sabe que sus concesiones deben ser tan elementales como sus exigencias. Cuando el sábado le preguntaron a Di María qué le había dicho el técnico antes de situarlo como interior, en una posición aparentemente nueva para él, el argentino parpadeó moviendo ligeramente la cresta engominada y admitió su falta de datos. "Nada", dijo el chico, que había sido el mejor jugador del Madrid en la goleada al Racing (6-1); "me dijo que jugara por la derecha y, por suerte, las cosas me salieron bien".

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No se sabe si Tolomeo tenía tan poco que decir de su comandante Alejandro Magno o si leía a Aristóteles como su jefe. Lo que es evidente es que disfrutó del saqueo y acumuló un gran botín. A Di María, que contra el Racing dio dos pases de gol y provocó un penalti, le pasa lo mismo con Mourinho. Mientras su superior cumpla con los derechos que promete conceder y sea concreto al exponer los deberes -y mientras el botín siga aumentando-, estará encantado. "Cuando me cambió, el míster me dijo que estaba orgulloso de mí", recordó Di María con una sonrisa placentera, evocando la ovación del Bernabéu. Venía de alimentar con pases a los delanteros y de multiplicar sus esfuerzos para cumplir con una misión para la que no estaba acostumbrado: defender.

Di María, que tiene 22 años y se crió en las categorías inferiores de Rosario Central, hizo carrera como extremo zurdo, aunque se retrasó a cubrir otras posiciones cada vez que jugó en las selecciones de Argentina. Mourinho llevaba tiempo siguiéndole con atención. Su representante, Jorge Mendes, también es el de Di María y los contactos comunes le habían facilitado el seguimiento. En los últimos dos años, el jugador progresó en el Benfica en puestos relacionados con el ataque. Como dijo su ex entrenador en el club lisboeta, Jorge Jesús: "Es el mejor fichaje del Madrid. En los últimos 30 metros es imparable".

Mourinho sabía que Di María es valioso porque tiene regate y velocidad. Pero desde un principio quiso emplearlo para hacer otras labores. "Tenemos que enseñarle a jugar fuera de su hábitat natural para que apoye a los centrocampistas y genere espacios para los delanteros", apuntó. Para desequilibrar ya estaban Higuaín, Kaká, Özil o Cristiano.

Lo primero que hizo cuando llegó al Madrid fue decir a los dirigentes que necesitaba un centrocampista ofensivo, alguien que hiciera la función que había desempeñado Granero. Les explicó que su elección era un delantero, que se llamaba Di María, jugaba en el Benfica y había sido llamado para integrar la selección de Maradona. Además, el técnico recalcó que había que pagar lo que pidiera el Benfica.

Pérez nunca quiso desembolsar 25 millones de euros por un chico al que no conocían en ninguna multinacional. La cifra que le pidió el Benfica le pareció abusiva. Pero, como Mourinho insistió, el presidente acabó por ceder a su petición.

Di María se convirtió así en el fichaje más caro del Madrid en el verano pasado. Y Mourinho tuvo su caballería.

Di María, durante el partido del sábado contra el Racing.
Di María, durante el partido del sábado contra el Racing.GETTY

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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