José María Vargas-Zúñiga, empresario
José María Vargas-Zúñiga Ledesma falleció en Salamanca el pasado día 20, cuando finalmente el cáncer, al que durante años había hecho frente, se impuso a la vitalidad que caracterizó el recorrido del abogado y empresario nacido en Vitigudino (Salamanca) el 23 de marzo de 1921.
Su personalidad no solo alcanzó reconocimiento en Salamanca, sino que su proyección fue mucho más amplia, fundamentalmente a través de su gestión como presidente de Caja de Ahorros de Salamanca -luego Caja Duero-, con actuaciones determinantes en el ámbito cultural. Licenciado en Derecho, ejerció como letrado sindical, pero su dedicación se centró en la empresa privada.
El peso e influencia de José María Vargas-Zúñiga en Salamanca lo refleja una situación: el primer alcalde socialista de la ciudad, Jesús Málaga, suele referir que al comenzar su mandato, él y su mujer advirtieron cómo no se les aceptaba en determinados estratos de la conservadora sociedad salmantina; en un acto, en el que el matrimonio se encontraba en soledad en un extremo del salón, Vargas-Zúñiga y su esposa, la escritora Lola Pérez-Lucas, cruzaron la sala y saludaron al alcalde y su mujer, lo que motivó que otras personas también dieran el paso y, a partir de ahí, la acogida fue manifiesta.
Presidió la Caja de Ahorros de Salamanca, la actual Caja Duero
En ese momento, Vargas -como se le conocía en la ciudad- acababa de llegar a la presidencia de la Caja de Ahorros de Salamanca, tras su etapa como vicepresidente. Durante su gestión hasta 1991, en tándem vigoroso con el director general, Sebastián Battaner, se cimentó la fuerza y prestigio regional de la entidad salmantina fundamentada en la independencia frente a los poderes políticos.
De esa forma, cuando en junio de 1989 el Gobierno autónomo de José María Aznar planteó una política de federar las cajas de ahorro, Vargas-Zúñiga disponía de la capacidad para replicar que la entidad que presidía seguiría, dijo, "los cauces que tenemos estudiados y preparados". Uno de esos movimientos clave -aparte de diferentes absorciones- fue la fusión con Caja de Soria, aunque él tuviera que ceder la presidencia.
Aparte del peso financiero que Vargas-Zúñiga y Battaner consiguieron para la entidad, la presidencia del primero se caracterizó por la hondura que otorgó a la obra socio-cultural. Los fondos dedicados a esa tarea se plasmaron en redes de bibliotecas, espacios para el estudio de jóvenes, residencias y ámbitos de estancia para personas mayores, apoyos a la investigación, refuerzo de las actividades artísticas, aparte de una labor permanente de mecenas de iniciativas diversas de tipo cultural. No obstante, la aportación con mayor eco y consistencia fue desde 1987 el respaldo financiero para que pudiera cuajar la iniciativa de Las Edades del Hombre que aún recorre con sus propuestas el suelo castellano-leonés. La orientación de su labor desde la entidad de ahorro resultó fundamental para que en 1994 el Ayuntamiento de Salamanca entregara a Vargas-Zúñiga la medalla de oro de la ciudad.
La influencia de Vargas-Zúñiga también fue destacada en el campo de la política, a pesar de no participar activamente en ella, salvo en la etapa de posguerra: desde su condición de subjefe provincial del Movimiento se integró en el "falangismo crítico" con sus amigos Joaquín Pérez Villanueva y Antonio Tovar, lo que le llevó al desapego del régimen. El papel preponderante lo jugó con la llegada de la democracia y, sobre todo, a raíz de la constitución de UCD en Salamanca. Señalaba con cierto gracejo: "Se me pidió que elaborara las candidaturas para las elecciones". Desde esa encomienda, su intervención resultó decisiva en la madrugada del día 4 de mayo de 1977 cuando, en su propia vivienda, su mediación hizo posible la convergencia entre Salvador Sánchez-Terán y Jesús Esperabé de Arteaga para concurrir conjuntamente en la lista centrista, lo que salvó la apertura de un foso que hubiera repercutido negativamente para UCD en los resultados electorales en los que arrasó. Aunque él señaló que se apartaba del ámbito de la política, los muros de la casona-palacio de su finca serrana de Villar del Profeta no dejaron de ser testigos de planteamientos y movimientos con repercusión socio-política.
José María Vargas-Zúñiga, coleccionista de pintura, promotor cultural (la fundación Vargas-Zúñiga y Pérez Lucas se centra en el fomento de la escritura entre mayores), dirigió su tarea como empresario en el campo de la promoción inmobiliaria, en la que evolucionó hacia la adquisición de edificios históricos (Torre de Abrantes, palacio de los Solís...), en sociedad con el notario, ex alcalde de Madrid y ex ministro centrista José Luis Álvarez.
Otra faceta empresarial la desarrolló en el sector ganadero, donde sobresalió su peso en la salvación y promoción de la raza autóctona salmantina morucha, y ese conocimiento del sector agropecuario motivó una especial línea de atención a las gentes del campo desde la caja de ahorros que presidió.
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