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Crítica:LIBROS | Narrativa
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ese modo que colma

Hubo un tiempo donde los cuentos no fueron lugares que frecuentara quien esto escribe. No encontraba preferencia a ese contar en corto, como si el largo aliento de la novela les arrebatara méritos. Los relatos sólo dejaban poso de mínimo recuerdo. Todo era ineficacia lectora, pues los buenos cuentos enamoran con su ritmo, su permanente tensión, el desconcierto de su escaso recorrido y la prontitud con la que se cancelan. Daniel Sada (Mexicali, México, 1953) obtuvo con Casi nunca el Premio Herralde de novela, y en Ese modo que colma, su nuevo libro, ha escrito unos relatos barrocos, extraños y extraordinarios de los que casi resulta imposible hablar en voz alta, pues lo que en ellos ocurre, ya sea el trasiego de sus personajes, la atmósfera seca o el paisaje que parece polvoriento aunque no se diga, viene arrebujado por un vocabulario tan rico y exigente que es indisoluble a lo que en ese territorio áspero de México sucede. Así pues, la memoria reserva imágenes y apunta frases. El primer cuento es un corrido, la canción donde Rosita se fuga para bailar y está el taconeo, el garbo y los balazos. En el segundo hay una imagen, mejor dos: el hombre en el césped en un remolino que dura apenas unos instantes que arrebata tierra a la tierra y está la actitud atrevida de una anciana con acercamientos en la cama del yerno. En otro, un diablo deslizándose entre fichas y botellas; más allá un puñal que se guarda en "una gaveta de una ménsula de acebuche". Y más lejos todavía, la gringa madura y errabunda, y en otro lugar el arma que se regala al limosnero. Al final, el relato que da título al libro: 'Ese modo que colma', y la fiesta de narcos en el cuento se convierte en un auténtico festín para quien está leyendo, con esa hielera que contiene un trío de cabezas. Cuentos imposibles de contar, pero que resulta difícil olvidarlos. Se acabó el libro, pues, pero ¿adónde se encaminaron las viudas de los decapitados y la mujer figurante? No lo sé, pero quedan a resguardo en la memoria.

Ese modo que colma

Daniel Sada

Anagrama. Barcelona, 2010

183 páginas. 15 euros

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