La renovada ilusión del celtismo
El equipo celeste encadena siete jornadas sin perder y la afición regresa a Balaídos
Mientras en otros lares prospera la moda de cerrar los campos de entrenamiento y blindarlos ante aficionados y periodistas como si allí se pergeñaran oscuras e intrincadas estrategias, en A Madroa ansiaban disfrutar de nuevo del calor del celtismo. Bastó que el equipo fuera líder y que se aliaran buen tiempo y festividad del Pilar para que más de un centenar de seguidores poblaran las gradas del feudo donde prepara los partidos el Celta. "Claro que nos hizo ilusión, llevo dos años en el club y siempre han venido a vernos tres, y para insultarnos", resumió el talentoso Roberto Trashorras.
Semejante afluencia es un termómetro que mide la ilusión del celtismo, que, después de tres campañas de sombras en Segunda, empieza a ver la luz. "Sabíamos que el primer paso lo teníamos que dar nosotros", asume el mediapunta de Rábade.
"Lo importante es que tenemos una identidad", resalta De Lucas
Los de Vigo están en lo alto de la tabla y ya piensan en el ascenso a Primera
Quizás el equipo estuviera en deuda con su gente, pero el despoblamiento de Balaídos no estaba en consonancia con la expectación que genera el club. Muchos de los que se fueron han vuelto para llevar de nuevo al Celta a la cota de los 13.000 socios. No todos van al campo, pero empieza a generarse una cierta efervescencia, la misma que llevó a que ante el Alcorcón la grada se animase a rescatar A Rianxeira. "En ese partido cogimos algo que no teníamos y que ahora tenemos que tratar de no perder", apunta el técnico Paco Herrera. Se refiere al virtuosismo, al buen juego que todavía se esperaba pese a que los resultados empujaron, desde la derrota inicial ante el Barcelona B, a un equipo que ya encadena siete jornadas sin derrota, con seis triunfos y un empate, el de la última jornada en Vila-Real.
El Celta encontró primero la solidez que el fútbol y a partir de ahí construye su regreso a Primera. Todas las buenas intenciones que se intuían al equipo que capitaneaba las pasadas campañas Eusebio las ha llevado Herrera al terreno de los hechos. El técnico aún busca algunas soluciones, pero las más perentorias ya las ha encontrado. Jonathan Vila es una de ellas, un mediocentro que ya piensa como central. "Si queremos hacer algo tenemos que dejar la portería a cero", conviene. Porque, este año sí, hay dinamita arriba. "Nuestra idea en el verano era fichar gol", reafirma Herrera. Y ahí está David Rodríguez como máximo goleador de la categoría. "El equipo está por encima de todo y de hecho muchas veces ocurre que salen los tres cambios del equipo y mejoramos mucho", apunta el delantero.
Ocurrió en Vila-Real el sábado: con el equipo atascado Trashorras y Iago Aspas salieron del banquillo para prender la luz, un taconazo del pequeño genio de Moaña sirvió para empatar y un pase del mediapunta dio el segundo tanto a Hugo Mallo antes de que un postrero penalti frustrara la victoria celeste. "El entrenador insiste mucho en que los partidos se ganan en los 20 últimos minutos", se consuela Aspas, que no consigue entrar en el once. Tanto él como Abalo, otra joya de la cantera, son segundas opciones, una pista de que las decisiones del técnico apuntan antes la brega que a la discontinuidad.
Por eso López Garai y Bustos se han afianzado en la medular y Álex López se ha convertido en indiscutible. Ferrolano, de 22 años, López había tenido una efímera experiencia en la categoría con el Racing. Allí debutó con 17 años, pero hace dos temporadas jugaba en Tercera con el Narón. Lo hacía de delantero y así llegó al filial del Celta, donde también destacó por su olfato goleador. Herrera le ha atrasado unos metros para convertirlo en un centrocampista con recorrido y trabajo, esencial en un entramado que saca réditos a la contra. Es el caso de Michu, uno de los futbolistas más cotizados del plantel, siempre en el escaparate y que en el horizonte tiene la finalización de su contrato en junio. O de Papadopoulos, presunto goleador del que Herrera valora su carácter esforzado. Tampoco es casualidad que en los dos goles del pasado sábado ambos laterales, Hugo Mallo y Roberto Lago, fueran actores principales.
A la postre, el entrenador genera respeto en la caseta. "Nadie puede decir ni media palabra mala de él", corrobora Iago Aspas. "Ha pasado por mil batallas", resume Aritz López Garai, que disfruta del momento -"hace tan poco que lo hemos pasado tan mal que ya no nos creemos nada", asegura-, pero asume que el equipo tiene trazo para estar a final de Liga entre los seis primeros y al menos optar a jugar la promoción de nuevo cuño mediante la que se obtendrá la tercera plaza en Primera. "El objetivo es ganar tres partidos de cada cuatro", encamina Herrera, que insiste en la necesidad de no relajarse, de que la euforia no ciegue los primeros pasos de un camino que puede requerir disputar hasta 46 partidos. "Lo importante es que el equipo ya tiene una identidad y que hemos generado ilusión. Ahora nos tiene que preocupar mantenerla", concluye Quique de Lucas, el futbolista con más experiencia del grupo.
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