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Reportaje:Carreras & capital humano

Se busca directivo con idiomas

La crisis revaloriza la experiencia internacional en países emergentes

Mire a su alrededor. España sigue empantanada en la recesión; la zona euro no acaba de despegar y EE UU mejora, pero a costa de un déficit desbocado que levanta demasiadas dudas. Los países desarrollados, los más cercanos, han dejado de ser el motor de la economía mundial. Ahora, lugares remotos y complejos como China, India, Brasil, África subsahariana u Oriente Próximo guardan la llave del crecimiento. Si usted está al frente de una empresa grande o mediana, vaya mentalizándose. La futura expansión de su negocio solo pasa por una vía: globalizarse... más todavía.

Con el nuevo orden económico, las compañías necesitan salir de sus mercados naturales. Y encontrar directivos que sepan cómo desembarcar en China o cerrar contratos en Sudáfrica es casi misión imposible. Adquirir experiencia internacional en países emergentes y desarrollar una mentalidad global son ahora, más que nunca, habilidades fundamentales para el ejecutivo.

Las empresas necesitan ejecutivos globales para crecer en otros países

Pankaj Ghemawat, experto en globalización, profesor del Global Executive MBA (GEMBA) del

IESE, señala el error en que suelen caer los aspirantes a directivos globales: pensar que el mundo es plano. "Muchos creen que no existen fronteras, que los mercados están plenamente integrados. Es falso. Ser un directivo global es justo lo contrario, entender qué es diferente en cada país y, pese a ello, lograr hacer negocios allí".

Según un informe de IBM, un 60% de los consejeros delegados de grandes multinacionales apunta a la creatividad como la principal cualidad de un líder, solo por delante de la integridad (52%) y el pensamiento global (35%). Los expertos ordenan en tres grandes bloques las cualidades que debe reunir un directivo global. Primero, conocimientos de estrategia, finanzas, ventas, marketing y geopolítica. Segundo, experiencia internacional sobre el terreno. Imprescindible haber trabajado varios años en diferentes países para conocer la realidad local. Y tercero, actitud. Es decir, tolerancia hacia otras culturas, inquietud por viajar, mentalidad abierta y auto conocimiento.

"Un líder global debe ser una mezcla entre Obama, Gandhi, un operario de mono azul y un árbitro de fútbol. En otras palabras, liderazgo, ética, sacrificio y orden", explica Xavier Mir, profesor de ESADE, escuela que también forma a ejecutivos en su Global Executive MBA, asociado a la Georgetown University. Ante la escasez de talento, muchas organizaciones envían a sus empleados promesa a estos programas. Su coste no baja de los 90.000 euros, duran un año o año y medio, suelen impartirse a caballo entre EE UU, Europa y Asia y sirven de curso acelerado para adquirir la ansiada perspectiva global.

Elena Pons-Conforto es una de las alumnas del GEMBA de ESADE. Viajó a California para estudiar inglés hace nueve años y se quedó allí. Ahora es consultora en microfinanzas y empresas sociales y reconoce que la formación internacional le está aportando un campo de visión muy amplio. "Aprendes a identificar e implantar procesos que ya han sido exitosos en otros países", dice.

Para algunos, estos programas son útiles, pero no estrictamente necesarios. "Lo importante es la experiencia de trabajo internacional", apunta Bernardo Hernández, director mundial de marketing de producto de Google. Desde San Francisco, Hernández gestiona un equipo de gente dispersa por medio mundo. "En España, los directivos no salen fuera, y cuando lo hacen regresan demasiado rápido".

Según el último Eurobarómetro para la Comisión Europea, los españoles están entre los europeos más reacios a salir de su país por motivos laborales. Solo un 12% se plantearía ir a trabajar al extranjero, frente al 51% de Dinamarca. ¿Por qué? "La internacionalización de las empresas españolas es reciente y el manejo de idiomas siempre ha sido un problema. Además, la calidad de vida en España es buena", dice Ghemawat.

Conscientes del reto al que se enfrentan, las grandes compañías están poniendo en marcha medidas para formar directivos globales. Sectores como el financiero están más presionados que nunca para expandirse en mercados emergentes. "Llevamos desde 2006 en China y ya somos el tercer mayor inversor financiero internacional, es un país clave", dice Guillermo Suardiaz, responsable de gestión de directivos de BBVA. Un tercio de la cúpula del banco posee experiencia internacional. Además, mantiene una política activa de expatriación. "Tenemos a 300 cargos expatriados, de alta y media responsabilidad, y queremos llegar a más perfiles".

Aunque costosa, la expatriación seguirá siendo la principal herramienta de las compañías para formar directivos globales. Un estudio de The Economist señala que casi un 40% de las firmas mundiales incrementará el número de expatriados en los cinco próximos años. Asia (China, principalmente), Oriente Próximo y Europa del Este serán los principales destinos.

Para Emma Soane, profesora de gestión global de la London School of Economics, el inconveniente de la expatriación es la conciliación. "Para estancias de larga duración, es importante que exista apoyo familiar, y no siempre ocurre", argumenta. Por eso su consejo pasa por centrarse en la raíz: "Fichar desde el principio empleados con auténtica vocación e inquietud global". -

Liderazgo compartido

Es difícil encontrar directivos cuya mentalidad global haya conducido al éxito a sus empresas. "Carlos Ghosn, consejero delegado de Renault-Nissan, es uno. Sin perspectiva global no hubiera podido unir la cultura de firmas tan dispares", opina Pankaj Ghemawat. Otros, como Alan G. Lafley (Procter & Gamble) o Emilio Botín (Banco Santander), entrarían en la lista. Pero fundir en una misma persona todas las cualidades que necesita un directivo global es casi imposible. "Por eso, la idea del liderazgo compartido, donde un equipo de ejecutivos se complementa en sus habilidades, gana peso. El modelo tradicional de liderazgo individual está siendo cuestionado en favor de esta nueva estructura", explica Emma Soane. Guillermo Suardiaz sabe que es el camino a seguir, de hecho, BBVA está formando a sus ejecutivos en él.

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