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Reportaje:FÚTBOL | La Asamblea del Barça cuestiona la gestión de Laporta

Un modelo insostenible

La auditoría concluye que los ingresos subieron un 11% en cuatro años, y los gastos, un 20%

Lluís Pellicer

Tras más de tres años de crónica negra en la economía, el mundo empresarial y financiero ha sacado al menos una gran lección: nadie es inmune a la laxitud en la gestión, a agujeros sin tapar en las cuentas y mucho menos a una recesión. Los socios del Barcelona se vieron ayer en una dolorosa y tal vez inexplicable tesitura. Una de las tres marcas deportivas más potentes del planeta, la que más éxitos ha cosechado y cuyas ventas no han hecho más que aumentar en los últimos años, ha tenido que aprobar unas cuentas que en cuestión de semanas han pasado de unos beneficios de 11 millones de euros a unas pérdidas de 79,6 millones. Así lo avalan dos de las cuatro mayores auditoras mundiales: Deloitte, que tumbó las cuentas de la anterior directiva, y KPMG, que ha rastreado a fondo los movimientos contables del club en el último año para explorar su modelo económico.

El informe detecta dos agujeros: malas inversiones y falta de control interno
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A pesar de que algunas decisiones de la anterior Junta rozan los límites de la legalidad, el auditor ha hallado en la gestión la clave de los maltrechos balances del club, que deberá aplicarse para reconducir un déficit de caja de 117,9 millones de euros y un patrimonio neto negativo de más de 59 millones. La auditoría (due dilligence) que ayer presentó Jaume García muestra un modelo de gestión insostenible, con ingresos que crecen el 11% en cuatro años mientras los gastos lo hacen al 20%. La brecha se ha ampliado y en junio la facturación subía un 8% y la salida de dinero un 34%.

La radiografía del enfermo que presentó el auditor refleja dos grandes agujeros. El primero son las inversiones: Barça TV, con pérdidas de seis millones; la compra de unos terrenos en Viladecans cuyo valor estaba inflado en un 236%; La Masía argentina, que prevé aportaciones de 7,5 millones hasta 2011, o compraventas ruinosas de jugadores, desde Keirrison hasta Ibrahimovic.

El segundo es más doloroso para los accionistas y responde a una gestión con poco rigor y control interno: pago de lujosas comidas; viajes injustificados (cinco millones); excesos en la seguridad del presidente (casi tres millones), y el uso de las tarjetas de crédito del club, con las que se abonaron fiestas particulares. La deuda del Barça asciende al día de hoy a 430 millones de euros.

¿Es lógico que todo eso lastre unas cuentas aparentemente sanas hasta unas pérdidas de casi 80 millones? Casi todas las empresas se han visto obligadas en estos tres últimos años a provisionar, es decir, a señalar en sus balances partidas que corresponden a terrenos que se han devaluado o cantidades difíciles de recuperar. En muchas ocasiones lo han hecho a regañadientes, obligadas por el informe del auditor. Y eso ha supuesto pasar de beneficios a números rojos. Eso ha ocurrido con el Barça. Las siete salvedades de Deloitte sobre las cuentas del club obligaron a realizar provisiones por cantidades perdidas en procesos judiciales y operaciones inmobiliarias como la de Viladecans, unos terrenos rústicos cuya urbanización es incierta. De ahí que tres hojas de un auditor bastaran para que el club tenga que explicar con varios volúmenes repletos de cifras que su economía está en números rojos.

Facturas

- La Junta de Joan Laporta contrató un seguro ante posibles incumplimientos de sus deberes que cubre hasta 25 millones de euros. La póliza costó 84.000 euros.

- Pérdidas en el fichaje y la venta de Ibrahimovic: 37,2 millones de euros.

- Seguridad especial y detectives privados: casi 3 millones de euros.

- Entradas para la final de la Champions 2009 (631.000), la final four 2010 (177.000) y un concierto de U2 en el Camp Nou (90.000): 898.000 euros.

- Gastos generales en tarjeta Visa: 318.000 euros (53.000 de los cuales proceden de una tarjeta de un escolta de Laporta).

- Estancia en hoteles de Dubai, Qatar y Londres de un vicepresidente: 26.000 euros.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.
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